UN PASEO POR CORDOBA
Por Elisa Simon
“Joya brillante del mundo, ciudad nueva
y magnífica, orgullosa de su fuerza, celebrada por sus delicias,
resplandeciente por la plena posesión de todos los bienes.” - monja Hroswitha, siglo X.
Sin lugar a dudas, Córdoba es una
de las ciudades más hermosas del mundo. Situada a orillas del Guadalquivir y al
pie de Sierra Morena, guarda tesoros únicos de las diferentes civilizaciones
que la habitaron. No cabe duda que una huella imborrable e impregnada en el ADN
de la ciudad es la historia de al-Andalus.
El cronista al-Razi, habla de
ella así: “ es la metrópoli y el ombligo
de al-Andalus, la sede real en la antigüedad y en la actualidad … su río, que
es el mayor de al-Andalus nace en las montañas de Segura … también destaca
Córdoba por su mezquita aljama, la mayor del mundo islámico.”
noria califal, puente romano y torre de la calahorra, Córdoba |
Fue capital de al-Andalus, sede
del gobierno emiral primero y califal después, que la embellecieron a lo largo
de los siglos. La zona del río era una de las favoritas de los cordobeses, que
paseaban a la sombra de los olmos, mientras la madera de sus norias crujían
alzando agua para la medina y las huertas. Córdoba recibió con gran
hospitalidad a las embajadas de la reina Toda de Navarra, a la delegación del
emperador de Bizancio y la
delegación alemana del rey Otón I, entre cuyos miembros se encontraba la monja
Hroswita, que quedó encantada con la ciudad.
Los cronistas, la describen de
esta manera:
En una descripción anónima de
al-Andalus, dice:
“Córdoba es la sede de al-Andalus … residencia de los califas …ciudad
de la ciencia y asilo de la sunna … se alza a orillas del Guadalquivir y se
encuentra en el centro del país, entre el Levante y el Poniente … es una ciudad
grande, fundada e tiempos remotos por los antiguos, de buen agua y agradable
clima; la rodean por todos lados huertos, olivares, aldeas, castillos, aguas y
fuentes … “
Al-Dawlabi en su obra dice: “ Córdoba es sede real de los omeyas y antes
lo fue de Rodrigo el cristiano; es ciudad agrícola y ganadera, productora de
innumerables especies frutales; el interior de la ciudad es agradable, su
entorno, maravilloso y vasto, su aspecto, hermoso y radiante y su forma,
extraordinaria y admirable; su agua es dulce y su clima templado … “
calleja de la hoguera, Córdoba |
La dimensión de la ciudad, quizá
más ajustada, la ofrece al-´Udri, diciendo que el perímetro de las murallas
alcanzó 1.900 codos de norte a sur (sería el equivalente a unos 1.000 m) y de
1.400 codos de este a oeste. La ciudad constaba de siete puertas y extramuros
se alzaban veintiuno arrabales con sus mezquitas, zocos y baños.
El geógrafo ceutí al-Idrissi en
el siglo XII, dijo acerca de la gente de Córdoba:
“las excelentes cualidades de sus habitantes son muy numerosas y muy
conocidas. Poseen en el más alto grado la elevación y el esplendor. Dominantes
intelectuales … son renombrados por la pureza de su doctrina, la exactitud de
su probidad y la belleza de sus trajes y sus monturas … la elevación de sus
sentimientos que manifiestan en sus reuniones y en sus sociedades … y están
dotados de un carácter amable, de las maneras más distinguidas. Jamás en
Córdoba han faltado sabios ilustres ni personas notables.”
Prosiguen los cronistas
describiendo maravillas de la capital de califato, relatando que Córdoba fue
creciendo desde el momento de la llegada del Islam.
De la mano del Inmigrado, abd
ar-Rahman I, el príncipe omeya huido de Damasco, se estableció en Córdoba la
capital del recién creado estado de al-Andalus, que por aquel entonces dependía
del califato abbasí en Bagdad. Sobre vestigios romanos y visigodos se levantó a
lo largo de los siglos IX y X la ciudad más sorprendente del mundo conocido.
Los emires y califas omeyas la fueron mejorando, embelleciendo y mimando hasta
convertirla en la novia de al-Andalus. Córdoba era el centro administrativo,
político, religioso y cultural de al-Andalus, lo cual supuso la construcción de
una serie de edificios tanto para los emires como para el aparato
administrativo así como la gran mezquita. A partir del siglo X esta ciudad se
convirtió en la más imponente del mundo medieval. Según dicen los cronistas
tenía más de mil mezquitas, más de ochocientos baños públicos, un comercio
variado y potente, una alcaicería que ofrecía los productos más selectos del
mundo mediterráneo, un sistema de canalizaciones de agua, bibliotecas públicas
que nunca cerraban sus puertas al conocimiento, sus calles principales eran
iluminadas de noche con antorchas, contaba con la mezquita más hermosa y más
grande del Islam de occidente y Madinat az-Zahra brillaba como un diamante.
Tras las fuertes murallas del alcázar omeya se distribuían palacios, jardines
con albercas, baños para los califas, huertas y hasta un cementerio. En las
afueras de la ciudad abundaban las almunyas o palacios de recreo para el
deleite de los magnates cordobeses.
calleja del Pañuelo |
La medina giraba entorno a la
gran mezquita y el alcázar omeya, situados junto al río. A partir de ahí se
desparramaba un entramado de callejas, adarves, plazas con sus zocos, mezquitas,
baños, bibliotecas, funduq, alcaicerías, protegido por una muralla con siete
puertas. Convivían en este espacio los andalusíes musulmanes, sefardíes y
mozárabes, al igual que muchas otras ciudades.
El alcázar omeya, según las excavaciones
arqueológicas, ocupaba el espacio del actual Alcázar de los Reyes Cristianos,
el palacio arzobispal y la plaza de los mártires.
Se trataba de un edificio
imponente amurallado, junto al río y frente a la mezquita, que comprendía tres
partes distintas; zona administrativa, la residencia emiral y califal y zona de jardines y huertas,
además de los talleres califales.
baños de Leonor de Guzmán en el alcázar de Córdoba |
Sabemos los nombres de algunos de los palacios,
que fueron construidos a lo largo de los siglos, gracias a los acontecimientos
históricos ocurridos en ellos, como el salón perfecto “mashlis kamil “ donde Abd
ar-Rahman III recibió el título de califa.
El califa Abd ar-Rahman III mandó
construir dar al-rawda o la casa del jardín, que era el cementerio de los
califas.
Alcázar de los Reyes Cristianos, Córdoba |
El historiador andalusí del siglo
XII Ibn Bashkawal nos describe el alcázar omeya:
“ … en él hay construcciones antiguas y monumentos maravillosos de los
griegos, de los romanos, de los godos y de otros pueblos aún más antiguos, que
son indescriptibles. Luego los emires construyeron en su alcázar verdaderas
maravillas; levantaron monumentos extraordinarios y bellos jardines que regaron
con aguas traídas desde la serranía de Córdoba … “
En la poesía hallamos algunas
descripciones de estos palacios omeyas de Córdoba:
El poeta al-Hasan ibn Hissan, que
nos describe el palacio de al-Munif
“son recintos por los que el cielo protesta a la tierra firmemente;
a causa de unas habitaciones en las que hay arcos
que parecen los apretados rizos de los aladares de las vírgenes.
Y de unas columnas que brillan con el agua de sus adornos
a la que fluyen las miradas que se elevan,
Les rodea la claridad como los rayos del sol
rodean la hoja de una espada pulimentada. “
El famoso Ibn Firnas, aquel que
en el siglo IX voló por unos instantes los cielos de Córdoba, dejo este poema:
“Arcos que parecen figuras de lunas crecientes,
montadas sobre columnas que
se asemejan al aljófar de la luna llena.
Es como si sus cabezas fuesen jacintos,
colocados sobre varas peladas de azufaifo.
Verás palmeras que extienden sus ramas,
pavoneándose de sus frutos amontonados,
Como si un hábil artesano hubiese hecho de oro diáfano,
Racimos de dátiles entre sus ramas;
Parecen perlas, luego se transforman en esmeraldas y
Antes de que los recojan como dátiles frescos,
Se vuelen de oro.”
Córdoba andalusí fue testigo de
la vida de los más grandes personajes de la historia de España. Algunos nacidos
en esta ciudad como el gran polígrafo Ibn Hazm, y los más grandes sabio Ibn Rush,
castellanizado Averroes y Ben Maimón, castellanizado Maimónides. En esta ciudad
nacieron los poetas Ibn Dhayd, que inspiró a Dante para la Divina Comedia, Abu
Bakr Ibn Quzman padre del zejel y Ibn Hammud al-Qabrí inventor de la moaxaja.
En esta ciudad vivieron el gran
Ibn Firnas, al-Gafiqi realizó aquí la primera operación de cataratas, Hasday
ibn Shaprut vivió su época de máximo apogeo como hombre de confianza del
califa. El gran cirujano Abulcasis, nacido en Madinat az-Zahra que es nada
menos que el padre de la cirugía moderna. Yahya b. Hakam al-Gazal, poeta y
diplomático, que viajó al país de los vikingos. En esta ciudad fue recibido con
los brazos abiertos Ziryab, en el siglo IX, que se convirtió en el personaje
más influyente del momento, renovó la música y se puede decir que es el padre de
las nubas andalusíes. Gracias a Ziryab se abrieron conservatorios de música en
Córdoba, tanto para la música, el canto y la danza.
Seguramente me dejo en el tintero
a muchos más poetas, científicos y filósofos, sin embargo pienso que los
mencionados pueden servir como ejemplo del altísimo nivel de desarrollo
intelectual y artístico que alcanzó la ciudad de Córdoba cuando en el resto del
mundo conocido se vivía en la penumbra y la capital de al-Andalus brillaba con luz
propia como el más hermoso diamante.
BIBLIOGRAFIA:
- - Andalucía
de cerca – Edilux
- - Una
descripción anónima de al-Andalus – CSIC Madrid 1983
- - La
arquitectura en la literatura árabe – María Jesús Rubiera – libros Hiperión
- Poesía
y arte de los árabes en España y Sicilia – Adolf F. Von Schack – libros Hiperión
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