lunes, 11 de agosto de 2014

Un paseo por Córdoba 1ºparte

UN PASEO POR CORDOBA

Por Elisa Simon

 “Joya brillante del mundo, ciudad nueva y magnífica, orgullosa de su fuerza, celebrada por sus delicias, resplandeciente por la plena posesión de todos los bienes.”  - monja Hroswitha, siglo X.



Sin lugar a dudas, Córdoba es una de las ciudades más hermosas del mundo. Situada a orillas del Guadalquivir y al pie de Sierra Morena, guarda tesoros únicos de las diferentes civilizaciones que la habitaron. No cabe duda que una huella imborrable e impregnada en el ADN de la ciudad es la historia de al-Andalus. 

El cronista al-Razi, habla de ella así: “ es la metrópoli y el ombligo de al-Andalus, la sede real en la antigüedad y en la actualidad … su río, que es el mayor de al-Andalus nace en las montañas de Segura … también destaca Córdoba por su mezquita aljama, la mayor del mundo islámico.”

noria califal, puente romano y torre de la calahorra,
Córdoba 
Fue capital de al-Andalus, sede del gobierno emiral primero y califal después, que la embellecieron a lo largo de los siglos. La zona del río era una de las favoritas de los cordobeses, que paseaban a la sombra de los olmos, mientras la madera de sus norias crujían alzando agua para la medina y las huertas. Córdoba recibió con gran hospitalidad a las embajadas de la reina Toda de Navarra, a la delegación del emperador de Bizancio y  la delegación alemana del rey Otón I, entre cuyos miembros se encontraba la monja Hroswita, que quedó encantada con la ciudad.

Los cronistas, la describen de esta manera:

En una descripción anónima de al-Andalus, dice:

“Córdoba es la sede de al-Andalus … residencia de los califas …ciudad de la ciencia y asilo de la sunna … se alza a orillas del Guadalquivir y se encuentra en el centro del país, entre el Levante y el Poniente … es una ciudad grande, fundada e tiempos remotos por los antiguos, de buen agua y agradable clima; la rodean por todos lados huertos, olivares, aldeas, castillos, aguas y fuentes … “

Al-Dawlabi en su obra dice: “ Córdoba es sede real de los omeyas y antes lo fue de Rodrigo el cristiano; es ciudad agrícola y ganadera, productora de innumerables especies frutales; el interior de la ciudad es agradable, su entorno, maravilloso y vasto, su aspecto, hermoso y radiante y su forma, extraordinaria y admirable; su agua es dulce y su clima templado … “

calleja de la hoguera, Córdoba 

La dimensión de la ciudad, quizá más ajustada, la ofrece al-´Udri, diciendo que el perímetro de las murallas alcanzó 1.900 codos de norte a sur (sería el equivalente a unos 1.000 m) y de 1.400 codos de este a oeste. La ciudad constaba de siete puertas y extramuros se alzaban veintiuno arrabales con sus mezquitas, zocos y baños.


El geógrafo ceutí al-Idrissi en el siglo XII, dijo acerca de la gente de Córdoba:
“las excelentes cualidades de sus habitantes son muy numerosas y muy conocidas. Poseen en el más alto grado la elevación y el esplendor. Dominantes intelectuales … son renombrados por la pureza de su doctrina, la exactitud de su probidad y la belleza de sus trajes y sus monturas … la elevación de sus sentimientos que manifiestan en sus reuniones y en sus sociedades … y están dotados de un carácter amable, de las maneras más distinguidas. Jamás en Córdoba han faltado sabios ilustres ni personas notables.”

Prosiguen los cronistas describiendo maravillas de la capital de califato, relatando que Córdoba fue creciendo desde el momento de la llegada del Islam.
De la mano del Inmigrado, abd ar-Rahman I, el príncipe omeya huido de Damasco, se estableció en Córdoba la capital del recién creado estado de al-Andalus, que por aquel entonces dependía del califato abbasí en Bagdad. Sobre vestigios romanos y visigodos se levantó a lo largo de los siglos IX y X la ciudad más sorprendente del mundo conocido. Los emires y califas omeyas la fueron mejorando, embelleciendo y mimando hasta convertirla en la novia de al-Andalus. Córdoba era el centro administrativo, político, religioso y cultural de al-Andalus, lo cual supuso la construcción de una serie de edificios tanto para los emires como para el aparato administrativo así como la gran mezquita. A partir del siglo X esta ciudad se convirtió en la más imponente del mundo medieval. Según dicen los cronistas tenía más de mil mezquitas, más de ochocientos baños públicos, un comercio variado y potente, una alcaicería que ofrecía los productos más selectos del mundo mediterráneo, un sistema de canalizaciones de agua, bibliotecas públicas que nunca cerraban sus puertas al conocimiento, sus calles principales eran iluminadas de noche con antorchas, contaba con la mezquita más hermosa y más grande del Islam de occidente y Madinat az-Zahra brillaba como un diamante. Tras las fuertes murallas del alcázar omeya se distribuían palacios, jardines con albercas, baños para los califas, huertas y hasta un cementerio. En las afueras de la ciudad abundaban las almunyas o palacios de recreo para el deleite de los magnates cordobeses.

calleja del Pañuelo

La medina giraba entorno a la gran mezquita y el alcázar omeya, situados junto al río. A partir de ahí se desparramaba un entramado de callejas, adarves, plazas con sus zocos, mezquitas, baños, bibliotecas, funduq, alcaicerías, protegido por una muralla con siete puertas. Convivían en este espacio los andalusíes musulmanes, sefardíes y mozárabes, al igual que muchas otras ciudades.

El alcázar omeya, según las excavaciones arqueológicas, ocupaba el espacio del actual Alcázar de los Reyes Cristianos, el palacio arzobispal y la plaza de los mártires.
Se trataba de un edificio imponente amurallado, junto al río y frente a la mezquita, que comprendía tres partes distintas; zona administrativa, la residencia emiral y  califal y zona de jardines y huertas, además de los talleres califales.

baños de Leonor de Guzmán en el alcázar de Córdoba

Sabemos  los nombres de algunos de los palacios, que fueron construidos a lo largo de los siglos, gracias a los acontecimientos históricos ocurridos en ellos, como el salón perfecto “mashlis kamil “ donde Abd ar-Rahman III recibió el título de califa.
El califa Abd ar-Rahman III mandó construir dar al-rawda o la casa del jardín, que era el cementerio de los califas.  

Alcázar de los Reyes Cristianos,
Córdoba 

El historiador andalusí del siglo XII Ibn Bashkawal nos describe el alcázar omeya:

“ … en él hay construcciones antiguas y monumentos maravillosos de los griegos, de los romanos, de los godos y de otros pueblos aún más antiguos, que son indescriptibles. Luego los emires construyeron en su alcázar verdaderas maravillas; levantaron monumentos extraordinarios y bellos jardines que regaron con aguas traídas desde la serranía de Córdoba … “
En la poesía hallamos algunas descripciones de estos palacios omeyas de Córdoba:

El poeta al-Hasan ibn Hissan, que nos describe el palacio de al-Munif

“son recintos por los que el cielo protesta a la tierra firmemente;
a causa de unas habitaciones en las que hay arcos
que parecen los apretados rizos de los aladares de las vírgenes.
Y de unas columnas que brillan con el agua de sus adornos
a la que fluyen las miradas que se elevan,
Les rodea la claridad como los rayos del sol
rodean la hoja de una espada pulimentada. “

El famoso Ibn Firnas, aquel que en el siglo IX voló por unos instantes los cielos de Córdoba, dejo este poema:

“Arcos que parecen figuras de lunas crecientes,
montadas sobre columnas  que se asemejan al aljófar de la luna llena.
Es como si sus cabezas fuesen jacintos,
colocados sobre varas peladas de azufaifo.
Verás palmeras que extienden sus ramas,
pavoneándose de sus frutos amontonados,
Como si un hábil artesano hubiese hecho de oro diáfano,
Racimos de dátiles entre sus ramas;
Parecen perlas, luego se transforman en esmeraldas y
Antes de que los recojan como dátiles frescos,
Se vuelen de oro.”

Córdoba andalusí fue testigo de la vida de los más grandes personajes de la historia de España. Algunos nacidos en esta ciudad como el gran polígrafo Ibn Hazm, y los más grandes sabio Ibn Rush, castellanizado Averroes y Ben Maimón, castellanizado Maimónides. En esta ciudad nacieron los poetas Ibn Dhayd, que inspiró a Dante para la Divina Comedia, Abu Bakr Ibn Quzman padre del zejel y Ibn Hammud al-Qabrí inventor de la moaxaja.
En esta ciudad vivieron el gran Ibn Firnas, al-Gafiqi realizó aquí la primera operación de cataratas, Hasday ibn Shaprut vivió su época de máximo apogeo como hombre de confianza del califa. El gran cirujano Abulcasis, nacido en Madinat az-Zahra que es nada menos que el padre de la cirugía moderna. Yahya b. Hakam al-Gazal, poeta y diplomático, que viajó al país de los vikingos. En esta ciudad fue recibido con los brazos abiertos Ziryab, en el siglo IX, que se convirtió en el personaje más influyente del momento, renovó la música y se puede decir que es el padre de las nubas andalusíes. Gracias a Ziryab se abrieron conservatorios de música en Córdoba, tanto para la música, el canto y la danza.
Seguramente me dejo en el tintero a muchos más poetas, científicos y filósofos, sin embargo pienso que los mencionados pueden servir como ejemplo del altísimo nivel de desarrollo intelectual y artístico que alcanzó la ciudad de Córdoba cuando en el resto del mundo conocido se vivía en la penumbra y la capital de al-Andalus brillaba con luz propia como el más hermoso diamante.   

BIBLIOGRAFIA:

-      -   Andalucía de cerca – Edilux
-      - Una descripción anónima de al-Andalus – CSIC Madrid 1983
-       - La arquitectura en la literatura árabe – María Jesús Rubiera – libros Hiperión

-       Poesía y arte de los árabes en España y Sicilia – Adolf F. Von Schack – libros  Hiperión


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