lunes, 28 de julio de 2014

MEZQUITA-CATEDRAL DE CORDOBA

UN RECORRIDO POR LA MEZQUITA CATEDRAL DE CORDOBA




Desde que visité, por primera vez la mezquita-catedral de Córdoba, con mi padre no puedo dejar de pensar en él, cada vez que entro en ella. Recuerdo su expresión de emoción contenida nada más flanquear la puerta, se quedó clavado en el suelo sin poder articular palabra y cuando quise hablarle me hizo una señal de silencio.




Luego, comenzamos a caminar entre aquel bosque de columnas y creo que permanecimos en el edificio unas dos horas o más, la verdad, habíamos perdido la noción del tiempo.
Una vez que mi padre hubo asimilado dónde estaba, comentamos acerca de los diferentes emires y califas que habían pisado este suelo y la destreza de los alarifes que habían trazado tanta belleza.
Comenzamos, mi padre y yo, un recorrido por la mezquita como si fuera un viaje en el tiempo, retrocediendo hasta ….

 … cuando llegó el Islam a la Península y a Córdoba concretamente, los nuevos gobernantes utilizaron como sala de oración, la mitad de la basílica visigoda de San Vicente, compartiendo de esta manera el culto cristiano y musulmán bajo el mismo techo.

Hacia mediados del 700, cuando arribó a las costas granadinas el príncipe de la dinastía omeya de Siria, que se salvó de la muerte, decidió comprar la otra mitad del templo a los cristianos, previa recompensa económica, y fue entonces cuando se fraguó la construcción de la primera mezquita en la ciudad de Córdoba.
Estamos hablando del príncipe heredero al califato omeya de Damasco, Abd ar-Rahman I, apodado el Inmigrado. A partir del 786 comenzaron las obras de la mezquita en el emplazamiento de la basílica visigoda, al mismo tiempo en que se comenzaron a asentar los inicios de un nuevo Estado llamado al-Andalus, bajo las directrices de Abd ar-Rahman I.



Para la construcción de la mezquita de Abd ar-Rahman I, se aprovecharon las columnas y capiteles romanos y visigodos de los edificios preexistentes. Al utilizar material de acarreo, los arquitectos debieron uniformar la altura de las columnas y para dar más ligereza y luz al ambiente, los constructores se las ingeniaron para colocar sobre los capiteles unos cimacios y sobre éstos unas pilastras, desde las cuales arrancaban los dos arcos superiores de medio punto. Estos arcos están decorados con dovelas en piedra blanca y ladrillo rojo y así construyeron once naves, perpendiculares al muro de la quibla. Quedó así establecido el modelo que siguieron los demás emires y califas cordobeses, guardando respeto y honrando a aquel Inmigrado de Damasco.
El siguiente emir, Hisham I, concluyó las obras de esta primera mezquita y añadió el alminar de 40 codos de altura y forma cuadrada.

A medida que el Estado andalusí se iba afianzando, el número de población musulmana aumentaba, de ahí la necesidad de una ampliación de la mezquita, bajo el emir omeya Abd ar-Rahman II (822-852), quien mandó añadir, en el siglo IX, más naves  en dirección sur, hacia el río Guadalquivir. Los alarifes siguieron la estructura de la mezquita primitiva, reutilizando también material de acarreo, si bien 17 capiteles fueron labrados en los talleres cordobeses. Dentro de esta etapa de ampliación se vieron implicados varios emires, que realizaron obras de restauración y añadiendo nuevos elementos.



Mi padre, que era un amante de la historia, y yo seguimos avanzando en nuestro recorrido, fijando la mirada en los detalles de las hojas de acanto de los capiteles y lo extraordinario de los arcos de medio punto.  Mi padre le sorprendió, que el gran Abd ar-Rahman III no hubiera realizado ninguna ampliación, aunque sí se amplió el patio de forma considerable, quedando el alminar algo desplazado, de ahí que mandara construir uno nuevo y magnífico, en el siglo IX.

Sentados en un pequeño banco para descansar un rato, le cuento a mi padre que Abd ar-Rahman III se proclamó, aquí en esta mezquita, califa de al-Andalus en el año 929. Para aquel entonces ya había silenciado los focos rebeldes que había en la Península. Comenzó así un período de paz y bienestar en todas las facetas, desde política hasta cultural y artística. Al-Andalus se ganó el respeto de los países mediterráneos y europeos, recibiendo en Madinat az-Zahra a las embajadas bizantinas, navarras y alemanas.

La monja sajona Hroswitha, que acompañaba la embajada alemana, dijo así cuando visitó Córdoba:

“ Joya brillante del mundo, ciudad nueva y magnífica, orgullosa de su fuerza, celebrada por sus delicias, resplandeciente por la plena posesión de todos los bienes.”



Proseguimos nuestro recorrido, llegando a la zona más espectacular de la mezquita, aquella ampliada por el gran califa al-Hakam II, quien había heredado un Estado sólido y fuerte. Mi padre buscó un ángulo para intentar fotografiar aquellos hermosos arcos lobulados y entrelazados con dovelas decoradas con estuco de forma alterna. Esta ampliación de al-Hakam II, en el siglo X, también se realizó hacia el sur, por lo que no tuvo más remedio que derribar el muro de la quibla y la zona del mihrab.



Nos encontramos en la parte central de la antigua mezquita, donde la mirada nos lleva hacia arriba para admirar la perfecta cúpula nervada, que se conservó del primer mihrab, hoy llamada cúpula de Villaviciosa. Mi padre me indica que mire justo al lado, donde hallamos una pequeña capilla decorada en estilo mudéjar y con una cúpula también nervada. Nos quedamos un momento pensando, miramos el plano y nos percatamos que estamos entre la primera y la segunda ampliación de la mezquita y donde los cristianos levantaron la primitiva Iglesia después de la conquista en 1236. Nos encontrábamos delante de la capilla real de época cristiana entremezclada con los hermosos arcos lobulados del califa al-Hakam II. Permanecimos un rato largo entre aquellas cúpulas, columnas y arcos, buscando el enfoque y midiendo la luz para que la foto no saliera oscura.

La zona de ampliación de al-Hakam II es la más exquisita y exuberante, donde se emplearon muchos artesanos, que labraron estas columnas y capiteles en los talleres califales. Mármoles de la zona de Cabra en colores rosado y negro con vetas blancas, uniforman las naves que nos llevan hacia el área del muro de la quibla.
Nos imaginamos la grandeza del califa y su gusto por lo sofisticado, cuando quedamos boquiabiertos delante del mihrab. Mi padre me dijo, que habiendo él viajado por casi todo el mundo, en muy pocas ocasiones había sentido semejante impacto por la belleza de una obra de arte.



El mihrab, la maqsura y la cámara del Tesoro tienen sus fachadas adornadas con hermosos mosaicos bizantinos formando motivos vegetales y trazando inscripciones en árabe. Mi padre había leído que el califa había enviado una carta al emperador de Bizancio, solicitando teselas de vidrio multicolores y un maestro en mosaicos. El señor de Constantinopla respondió enviando 320 quintales de diminutos mosaicos en distintos colores y un experto en el trabajo de las teselas.

A la izquierda se encuentra la puerta de la macqsura con un gran arco de herradura también ornamentado con mosaicos que miden alrededor de 1cm2 y a la derecha la puerta de la cámara del Tesoro guarda la misma similitud. Las tres cúpulas que anteceden estos espacios suponen una delicia para los amantes de la geometría, parecen lazos que se entrecruzan buscando la simetría para sostener una pequeña cúpula de ocho gajos de naranja.

Proseguimos nuestro recorrido, cuando de repente, nos topamos con la catedral del siglo XVI construida en el corazón de la antigua mezquita. En su momento fue motivo de gran polémica, hasta que intervino el emperador Carlos V y dio luz verde para que el obispo Alonso Manrique pudiera llevar a cabo su idea de construir una catedral renacentista, contratando para ello a los Hernán I y II.
Mi padre quedó sorprendido por esta combinación y valoró, eso sí, el trabajo artístico de los artesanos que trabajaron en su construcción.

Llegamos al último tramo de nuestro recorrido, en la zona ampliada bajo el gobierno de Almanzor, hacia finales del siglo X. El hayib Abu ´Amir Muhammad ibn Abi ´Amir, llamado al-Mansur (el victorioso) es un personaje clave en la historia de al-Andalus, un hombre ambicioso, valiente y gran guerrero, que dominó al-Andalus a la sombra del califa Hisham II. 



La ampliación realizada bajo Almanzor fue la más grande y en este caso hacia el este, para lo cual tuvo que derribar el muro de levante de la mezquita, salvando milagrosamente algunas portadas de acceso a la mezquita de al-Hakam II las cuales quedaron integradas en esta última ampliación. Mi padre, se volvió a sentar un rato y mira a su alrededor y me comentó que esta zona parece la más pobre desde el punto de vista de la ornamentación. Le dí la razón y buscamos cuales pudieron haber sido los motivos y llegamos a la conclusión, que podría haber sido porque el dinero que entraba en las arcas del Estado se destinaban más bien para fines militares y que Almanzor, deseó quizá emular a los califas omeya, pero sin llegar a su grado de sofisticación.

Mi padre y yo nos encaminamos a paso muy lento hacia la puerta de salida, nos paramos, nos giramos, guardando en la memoria cada momento de este recorrido. Nos miramos a los ojos y sonreímos …

Por Elisa Simon


NOTA INFORMATIVA:

Recordemos muy brevemente cuales son los elementos básicos de una mezquita.  
El alminar, que es la torre desde donde el almuecín llama a la oración
El patio o sahn, que suele disponer de una fuente o aljibe para el ritual de las abluciones de los fieles antes de acceder a la sala de oración
La sala de oración o haram, el espacio sagrado donde se celebran las oraciones, compuesto diferentes naves separadas por columnas.
Las mezquitas están orientadas hacia La Meca, dirección en la cual los fieles deben rezar.
Muro de la quibla, es el muro de la mezquita que indica esta dirección.
En el centro de dicho muro se encuentra el mihrab, un nicho abierto en la qibla desde donde el imam dirige la oración, a uno de sus lados, se encuentra la maqsura, lugar reservado sólo para el califa y su séquito cuando éste asistía a la oración y la cámara del Tesoro o bayt al-mal, donde se custodian las donaciones y limosnas, que los fieles aportan. 

BIBLIOGRAFIA:

-        - Andalucía de cerca – Ed. Edilux
-        - Una descripción Anónima de al-Andalus – CSIC Madrid 1983


martes, 22 de julio de 2014

MIHRAB DE LA MEZQUITA CATEDRAL DE CORDOBA

LA FACHADA DEL MIHRAB DE LA MEZQUITA-CATEDRAL DE CORDOBA

 Una obra de arte exuberante y una sublime expresión del arte al servicio de la religión.



En la ciudad de Córdoba se encuentra uno de los monumentos más hermosos y sorprendentes del mundo: la mezquita-catedral. Nada más acceder al interior de este edificio, el corazón se encoge ante tanta belleza, luego comienza a latir con emoción, mientras paseo alzando la vista, para admirar las dovelas rojas y blancas y los capiteles romanos del bosque de columnas. A medida que avanzo pienso en los emires y califas omeyas andalusíes, que han realizado esta obra monumental para que hoy podamos admirar su grandeza. Entre foto y foto imagino los artesanos y alarifes creando belleza, según los deseos de aquellos gobernantes de los siglos VIII, IX y X. El pulso se acelera cuando vislumbro la suntuosidad que se muestra en los arcos lobulados y columnas con capiteles de los talleres califales. Sigo adelante en mi recorrido hasta llegar a la máxima expresión del arte, justo en el momento en que me paro delante del mihrab de la antigua mezquita. No hay palabras … se siente admiración, asombro, hechizo.


interior mezquita de Córdoba, llegando al mihrab

Me sitúo delante del mihrab, (1) que se mandó construir en el silgo X por el gran califa al-Hakam II, cuando éste decidió ampliar la mezquita de sus antepasados. Qurtuba, en aquel tiempo, era la capital de un gran estado, sólido y fuerte, con una economía y un comercio boyantes. El califa al-Hakam II había recibido una exquisita educación, era un erudito y amante de las artes y las ciencias. Probablemente su status y el aumento de población musulmana, lo llevó a ampliar el espacio de la mezquita, fijando especial atención en la ornamentación del mihrab.

fachada del mihrab de la mezquita-catedral 
Es éste el espacio más significativo y sagrado de una mezquita, desde donde el imam dirige su oración. La forma semi-esférica o poligonal hace que la voz del religioso se prolongue y resuene así en todo el recinto.  Intento enfocar con el zoom los detalles del nicho, que tiene ocho lados y está coronado por una cúpula en forma de gran concha marina, que representa la fuente de la vida. Distingo un friso de arcos de herradura trilobulados con finas columnillas y una inscripción conmemorativa de las personas que intervinieron en su construcción.

“… este trabajo se realizó bajo la dirección del visir Ya´far ibn ´abd ar-Rahman y con la inspección de Muhammad ibn Tamlij, Ahmad ibn Nasr y Jald ibn Hashim, jefes de la policía y de Mutarrif ibn abd ar-Rahman, el secretario … en la luna de du-l-hiyya 354 (diciembre 965)”

Había leído que, el califa al-Hakam II se involucró personalmente en esta empresa, reuniéndose insitu con maestros alarifes y arquitectos que lo aconsejaban y exponían sus proyectos. Los talleres califales se emplearon a fondo para esculpir columnas de mármol de la zona, en tonos rosados y negro con vetas blancas, labraron estucos, con la técnica del cincelado blando, para decorar los frisos, tallaron madera para cubrir los techos.  

 Al-Hakam II quiso guardar la línea arquitectónica del edificio, amplió la mezquita once naves en dirección sur, por lo que el muro de la qibla se desplazó y no hubo más solución que derribar el mihrab preexistente, construido por el emir abd ar-Rahman II. El muro de la qibla, es el que muestra la orientación en la que los fieles deben rezar y que suele estar en dirección a La Meca, en el centro de dicho muro se sitúa el mihrab, que el califa no pudo salvar al desplazar el muro de la qibla hacia el sur.  Conservó de aquel mihrab de abd ar-Rahman II las cuatro pequeñas columnas con fustes y capiteles. Exigió a los arquitectos, que el nuevo mihrab se realizara siguiendo el modelo del que debió derribar.


Me quedo absorta observando las teselas que decoran la fachada.  ¡Son mosaicos bizantinos!  El califa redactó una carta al emperador de Bizancio, Nicéforo Focas, en la cual le pidió el envío de teselas multicolores, mosaicos de vidrio, típico del arte sacro bizantino.  De esta manera,  el omeya cordobés imitó a su antepasado sirio, cuando éste realizó la misma petición al emperador de Constantinopla para decorar la mezquita omeya de Damasco.

bayt al-mal o sala del Tesoro, con decoración de mosaicos
de la mezquita de Damasco, Siria (2007)

fachada de la puerta de la mezquita de Damasco,
decorada con teselas bizantinas 
La respuesta no se hizo esperar, según Ibn ´Idari, el emperador cristiano mandó hacia la capital de al-Andalus un maestro artesano bizantino y 320 quintales de teselas o mosaicos de vidrio de distintos colores, en especial, azules cobalto, rojo y dorados. Todo ello pensando en la decoración de la fachada del mihrab.  Aquel maestro bizantino enseñó a los artesanos andalusíes en los talleres califales el arte de las teselas. Cuando los hubo formado, regresó a Constantinopla colmado de regalos y bendiciones del califa. Mientras tanto los artesanos se afanaban en seguir las enseñanzas del bizantino e incluso algunos de ellos lograron superarlo en habilidad.


La fachada y la cúpula que antecede al mihrab es la obra de arte más impresionante de la antigua mezquita, los minutos pasan y sigo ahí delante sin pestañear. Una foto más, a través del visor me fijo en los detalles, hermosos motivos vegetales realizados con esmero y en aquella esquina descubro unas piñas y racimos de uvas.

El arco de herradura compuesto por dovelas, es una maravilla y está encuadrado dentro de un alfiz.  Un friso de teselas azules y doradas rodean el alfiz con alabanzas a Dios. Por encima de este friso, enfoco la cámara hacia uno de los siete arquitos ciegos con decoración floral. Es magnífico ver aquellos diminutos mosaicos de no más de 1 cm2.  Advierto una inscripción en árabe, muy pequeña, que nos informa de la fecha de terminación de esta fachada en el año cristiano de 965. 


inscripción conmemorativa 
inscripción conmemorativa 









Me fijo especialmente en las dos pares de columnitas con basa y capiteles procedentes del mihrab anterior que flanquean el acceso al nicho.
Si la fachada es cautivadora, no lo es menos la cúpula que antecede al nicho del mihrab. Es una delicia para los amantes de la geometría. La cúpula es perfección, armonía y simetría. ¡Es deslumbrante! 


Ocho hermosos arquitos sobre pequeñas columnas se entrecruzan creando un espacio octogonal, donde descansa una cúpula de gajos, ocho delicados gajos de naranja. Cuatro ventanitas con arcos de herradura aportan luz, para que podamos disfrutar de esta sublime obra, decorada con mosaicos bizantinos que dibujan atauriques y una inscripción en árabe bordea la cúpula.

Cuesta desprenderse de este entorno del edificio, poco a poco me voy alejando guardando en mi retina y en mi corazón aquel trozo de historia andalusí.

Elisa Simon



BIBLIOGRAFIA:

-      -  Andalucía de cerca, editorial Edilux 2001
-       - Cuadernos historia 16, la mezquita de Córdoba , Alfonso Jiménez Martín
-       - http://cvc.cervantes.es/actcult/mezquita_cordoba/fichas/generales/

NOTA:

(1) El mihrab es un nicho abierto en el centro del muro de la qibla, es decir que el muro hacia donde los musulmanes deben orientar sus oraciones y que suele estar orientado a La Meca. En al-Andalus, junto al mihrab se solía situar la maqsura, que era un espacio privado reservado para el califa y su familia.
Del otro lado del mihrab estaría situado bayt al-mal o Sala del Tesoro, donde el qadí guardaba bajo llave y custodiaba las donaciones pías.

Un elemento fundamental situado junto al mihrab es el almimbar, se trata de un púlpito movil tallado en madera desde donde el imam realiza la jutba o sermón los viernes al mediodía.