martes, 30 de abril de 2013

MEZQUITA DE ALMONASTER LA REAL


MEZQUITA DE ALMONASTER LA REAL

Por Elisa Simon




Los invito a un breve paseo a un sitio mágico de Andalucía, la mezquita de Almonaster, en la sierra de sierra de Aracena y picos de Aroche, provincia de Huelva. Se trata de uno de los edificios andalusíes más antiguos de la Península.

En la parte más elevada de un cerro se alza sobria y sencilla la mezquita de al-Munastyr. Según parece pertenecía a uno de los iqlim (distritos) de la cora de Sevilla. El nombre puede ser una asimilación al árabe de la palabra latina “monasterion”, probablemente debido a una iglesia monacal visigoda preexistente. 
La mezquita albergaba a unos 300 hombres, que vivían con sus familias en una pequeña medina fortificada y los fieles de las alquerías de los alrededores. Estos andalusíes se dedicaban sobre todo a la explotación minera y la agricultura. 

Paisaje y naturaleza en al-Andalus. F. Roldán.

Esta zona siempre había sido habitada, se sabe que sobre el emplazamiento de la mezquita, hubo un edificio romano pagano, sobre el cual se construyó una iglesia visigoda. Sin embargo, el arquitecto e investigador Alfonso Jiménez Martín confirmó en su trabajo del año 1975, que la mezquita fue una construcción de nueva planta, reutilizando los restos de aquellos antiguos edificios. La época de su construcción, según el mismo arquitecto, la sitúa hacia finales del siglo IX y principios del siglo X, es decir hacia finales de época emiral y principios del califato, bajo abd ar-Rahman III. Para ello se basa fundamentalmente en el mihrab, cuyas características lo sitúan en época temprana.

Plano hipotético de la mezquita. A.Jimenez Martín

Debido a lo accidentado del terreno y el tipo de montaña rocosa, los arquitectos de la época debieron emplearse a fondo para construirla, de ahí que su planta sea cuadrada pero con los ángulos irregulares, así como su desnivel y el grosor de sus muros. La mezquita construida en mampostería, ladrillo y tapial es un hermoso ejemplo de edificio casi rural de gran sencillez pero elegante.

Se accede a ella por un pequeño sahn o patio de abluciones excavado en parte en la roca del cerro, para luego ingresar en el oratorio o liwan girando hacia la izquierda. Una pila circular sirve para el ritual de purificación. Una vez en la sala de oraciones nos encontramos con cinco naves, lo habitual en poblaciones de tamaño medio, perpendiculares al muro de la qibla que está orientado al Sureste. Las naves están separadas por arcos, en su origen de herradura y en época cristiana reformados, sobre los que descansan columnas y capiteles de diversos orígenes, unas romanas otras visigodas. En la parte central del muro de la qibla se abre el mihrab. Según Alfonso Jiménez Martín, el nicho es arcaico, debido a su forma cuadrada al exterior y semicircular en el interior cubierta con bóveda de horno. El arco de herradura del mihrab está encerrado en un alfiz de ladrillo.  Estas características pertenecen a una fecha hacia finales del siglo IX.

vista y corte del mihrab. A. Jimenez Martín


Es probable que la mezquita tuviera solo una puerta de acceso desde el lado norte, su escasa luz la recibía del patio, la puerta y las tres estrechas ventanitas o saeteras abiertas en el muro de la qibla. 
La mezquita se cubre con un sencillo techo de madera y tejas. 

Del alminar original sólo queda la parte inicial de la torre, siendo circular en su interior y cuadrado hacia el exterior, pudiendo subir el almuecín a través de una escalera de caracol.

Hacia el siglo XIII la zona fue conquistada por los cristianos y la mezquita comenzó a sufrir diversas reformas. Se abrió en el muro este, el ábside mudéjar, donde se sitúan restos visigodos, a su lado se levantó la sacristía. Más tarde, hacia el siglo XVI se abrió el pórtico en el muro opuesto, se levantó el campanario y se usó como templo cristiano hasta la construcción de la nueva iglesia.Hoy en día interesantes vestigios visigodos adornan los muros de la mezquita.

ermita en su estado actual. A. Jimenez Martín


El castillo en el centro del cual se sitúa la mezquita, tiene planta poligonal con una superficie de más de 8.000 metros cuadrados. Sus torres y muros pertenecen a distintas épocas andalusíes y se encuentran en diferentes estados de conservación. De este castillo no queda casi nada en pie, ya que una vez perdida su función, cayó en desuso y poco a poco se fueron aprovechando sus restos para otras construcciones, como la de la plaza de toros en el siglo XIX.

Desde hace varios años, en la localidad de Almonaster se celebran las jornadas de cultura islámica, durante las cuales no solo se ofrecen conferencias y mesas redondas sino que en el pueblo se organiza un zoco medieval y otros eventos culturales en relación con su pasado andalusí.

Fotos en este link. 


NOTA: Los planos de la mezquita pertenecen al arquitecto Alfonso Jiménez Martín.

BIBLIOGRAFIA:

-          La mezquita de Almonaster. Alfonso Jiménez Martín. Instituto de estudios onubenses “padre marchena” Diputación provincial de Huelva 1975

-          Paisaje y naturaleza en al-Andalus. Fundación Legado Andalusí. Fátima Roldán Castro.

-          La mezquita de Almonaster y su evolución histórica. Alfonso Jiménez Martín. Actas de jornada cultural islámica “espiritualidad y convivencia en al-Andalus”, Fátima Roldán Castró. Universidad de Huelva, 2006.

-          Agricultura y poblamiento rural en Sevilla durante la época ábadí. Ahmed Tahiri. Area de cultura, Ayuntamiento de Sevilla 2001. 

miércoles, 10 de abril de 2013

CAUTIVERIO DEL REY AL-MU´TAMID EN AGHMAT


CAUTIVERIO DEL REY AL-MU´TAMID EN AGHMAT

relato de los últimos años de la vida del rey taifa de Sevilla.  

Por Elisa Simon 







Cuatro fueron los años de prisión del rey al-Mu´tamid. Para saber cómo llegó a esa penosa situación debemos repasar un poco la historia.

En el año 1085 al-Andalus se quebró por el centro, cuando el rey de León Alfonso VI tomó la taifa de Toledo. Un enorme trastorno supuso la pérdida de ese territorio, porque la frontera andalusí bajó desde la línea del Duero hasta la del Tajo.
La fuerza cada vez mayor del ejército leonés ponía en graves apuros a los reinos taifas, quienes por su parte, eran poco proclives a unir sus fuerzas, buscaron apoyo militar en el cada vez más consagrado Imperio Almorávide del norte de África.


Su líder era Yusuf ibn Tashfin. Pero, ¿quiénes eran los almorávides? Para sintetizar diremos que eran tribus del Sahara que seguían las doctrinas de su líder espiritual Ibn Yasin. Sus seguidores vivían en ribat o convento-fortalezas hasta que decidieron expandir su filosofía a todos los rincones del Magreb. Unieron así a casi todas las tribus bereberes bajo una misma bandera, la Almorávide.

Mientras tanto, en al-Andalus, los príncipes taifas sufrían razzias y pagaban parias a los cristianos, pero todo parecía insuficiente. Incapaces de unir sus fuerzas, los gobernantes buscaron apoyo militar en el exterior, entre sus hermanos de religión, los Almorávides.
Comenzó así una relación política y militar entre al-Andalus y el Imperio Almorávide del Magreb. En dos ocasiones prestaron apoyo militar efectivo para luchar contra los cristianos del norte. Finalmente, viendo la desastrosa y peligrosa situación en que se encontraba al-Andalus, Yusuf ibn Tashfin, siguiendo los consejos de los alfaquíes, decidió destronar a los príncipes taifas.


Cruzó una tercera vez el estrecho en el año 1090. Después de enviar al exilio a los gobernantes de Granada y Málaga, avanzó con su ejército poco a poco hasta llegar a las puertas de Sevilla. La ciudad, sufrió un asedio y un ataque final encarnizado, donde el rey al-Mu´tamid salió al combate buscando una muerte heroica. Todo fue en vano, lloró por sus hijos muertos y se vio forzado a rendirse. Corría el mes de septiembre del 1091.

Yusuf dio orden de destierro. Encadenado y acompañado de gran parte de su familia, entre ellos Itimad, los hijos e hijas pequeñas, y el príncipe heredero ar-Rashid, fue enviado al Magreb como prisionero. La población, conmocionada aún por el sangriento asalto, se acercó al muelle de la sal para despedir al que fue su señor. El poeta amigo del rey al-Mu´tamid, Ibn al-Labbana lo describió así:


“Olvidaré todo, salvo la mañana del Guadalquivir,
En la que los miembros de la familia principesca
Estaban en los navíos como cadáveres en sus tumbas.
El pueblo se agolpaba en las dos orillas y
Contemplando con asombro esas perlas flotando
Sobre la espuma del agua.
Los velos de las mujeres bajados,
Hacían que las doncellas no tuvieran escondido el rostro
Y sus faces se desgarraban como se hubiera hecho con mantos preciosos.
Cuando llegó el momento de los adioses,
Mujeres por las que lo hubieran dado todo
Y hombres prestos a sacrificar su vida,
Lanzaban gritos desgarradores.
Los navíos partieron acompañados de lúgubres lamentos
Como camellos a los que el camellero, cantando, empuja hacia adelante.
¡Cuántas lágrimas corrieron hacia el río!
¡Cuántos jirones de corazones se llevaron aquellas galeras! “


Aquellas galeras llegaron al puerto de Tánger, donde la presencia del rey atrajo a los poetas tangerinos. Conocida es la anécdota de al-Husri, quien le dedicó unos versos al rey esperando una recompensa generosa. Al-Mu´tamid sólo pudo darle unas cuantas monedas que tenía escondidas en el zapato. 


El viaje continuó hacia Meknés, donde permaneció un tiempo y donde coincidió con otro rey taifa destronado, Abd Allah de Granada.
Finalmente, un duro y penoso trayecto en una incómoda caravana lo condujo hasta la ciudad de Aghmat, que está situada a unos 30 km al sur de Marraquech en el valle del Ourika y al pie del Atlas.

El rey al-Mu´tamid llegó a esta ciudad que gozaba de gran apogeo y servía aún de cuartel general de los almorávides. Los geógrafos la describen como una ciudad próspera, un territorio bien acondicionado gracias a un intensivo aprovechamiento agrícola a través de la irrigación y un fructífero comercio caravanero. Aghmat disponía de una fuerte moneda de oro acuñada localmente, el dinar almorávide. Yusuf había fundado ya la nueva capital almorávide, Marraquech, y pronto toda esa opulencia se trasladaría a esa ciudad, quedando Aghmat poco a poco en el olvido.
A esta ciudad de Aghmat arribó el depuesto rey al-Mu´tamid, donde fue recluido en una fortaleza junto a otros presos, donde comenzó su duro cautiverio, a lo largo del cual desarrolló una inspiración poética aún mayor si cabía.
Versos derramando lamentos, lágrimas, añoranza de Sevilla y sus palacios, suspirando deseos y sueños. En rima brotaban palabras llenas de sentimiento, el dolor y la frustración al ver a sus hijas pequeñas sin zapatos, al ver la mirada triste y apagada de Itimad, y los harapos que vestían sus hijos.    
Su familia permaneció en Aghmat, junto al rey, al que visitaban con frecuencia. Itimad y sus hijas e hijos sobrevivían como podían realizando trabajos de hilandera. Los hijos mayores, como ar-Rashid, se ganaban la vida como escribas o copistas en Marraquech. La angustia por los hijos de los cuales no sabía nada oprimía el corazón del rey cautivo.
El rey poeta recibió visitas de sus amigos y cortesanos, como su buen y fiel amigo ibn al-Labbana o Ibn Hamdis, con los que desahogaba su dolor, expresado de esta manera: 


Yo era el aliado del rocío
el señor de la tolerancia
amado por las almas y
los espíritus.
Mi mano derecha era generosa
el día del regalo
y cegaba la vida
el día del combate.
Mi mano izquierda sujetaba las riendas
que lanzaban los caballos
al campo de batalla
Y hoy, soy rehén de las cadenas
y la pobreza, preso, deshonrado,
ave de alas rotas.
Sin responder
 a las súplicas de la gente que viene a mi.
ni a los que piden el día del perdón.
La alegría que conocíste
se ha vuelto tristeza
y las penas han apresado mi optimismo.
Mírame, es penoso para los ojos,
mientras que antes
era una alegría para la vista.


Una alegría recibió al-Mu´tamid cuando supo acerca de su hija Butayna. Ella había desaparecido cuando el alcázar fue asediado por los almorávides. Butayna fue hecha prisionera y vendida como esclava a un comerciante de Sevilla. Éste se la regaló a su hijo, quien demostró ser honesto y casto. Ella le exigió que para poseerla debían estar casados y con el consentimiento de sus padres.
De esta manera, Butayna trazó un lindo poema donde le cuenta a su padre lo que le había ocurrido y le pide su bendición para contraer matrimonio. Aquel poema lo llevó en mano su prometido. El rey e Itimad, se alegraron dentro de las circunstancias, dieron su aprobación y bendición para su hija. El prometido regresó a al-Andalus con el contrato matrimonial firmado por el que fuera rey de Sevilla.
Estando en aquella fortaleza junto a los otros reclusos, había algunos con dotes poéticos, que pronto se acercaron al rey al-Mu´tamid para al menos, alegrar su espíritu con algunas improvisaciones en verso. El rey le dedicó un poema cuando aquellos poetas reclusos fueron liberados.   
Unos años más tarde, otra noticia causó gran tristeza en el corazón del cautivo. Su hijo Abd al-Yabbar se había quedado en al-Andalus y encabezó un ejército con la intensión de recuperar el trono para su padre. Se enfrentó a los almorávides y durante dos años los combatió desde su cuartel general en los castillos de Montemayor y Arcos en la sierra de Cádiz.
Este suceso tuvo consecuencias directas para el bienestar del rey en prisión. Se ordenó su refuerzo de cadenas y las visitas fueron prohibidas. La angustia del rey se hacía insoportable. El temor por la vida de su hijo, la falta de comunicación con los suyos y las heridas que le causaban las cadenas en sus tobillos y muñecas, le hacían desear la muerte.  
Malas noticias llegaron en el año 1095, cuando supo que Abd al-Yabbar había sido alcanzado por una flecha almorávide. Ya no tenía más lágrimas para llorar a otro hijo muerto. Se sumó a este dolor una gran aflicción cuando su esposa Itimad cayó enferma. Logró enviar un mensaje al gran médico ibn Zuhr, que casualmente estaba en Marraquech. Parece ser que asistió a Itimad pero no pudo salvar su vida. Itimad murió solo una semana después de la muerte de una de sus hijas mayores.
 El rey por su parte, no pudo soportar ya más dolor, según parece estaba aquejado de una enfermedad y murió tan solo unos meses después de su amada Itimad. Corría el mes de Octubre del año 1095. El siguiente poema refleja la añoranza del rey por Sevilla y el deseo de ser enterrado allí.  


Quisiera saber,
si pasaré otra noche
en aquel jardín, junto a aquel estanque
entre olivares, herencia de grandeza,
el forcejeo de las palomas
y el trinar de los pájaros.

En el palacio de al-Zahir,
bajo la lluvia de primavera,
respondiendo a los giños
de la cúpula de al-Turayya
mientras que el alcazar de al-Zahir
con su sombra y su luz
nos lanza una mirada
de amante que espera

No sé, si es fácil o difícil
de conseguir ,pero
la voluntad de Dios
se acepta.

Ojalá, Dios decida
que muera en Sevilla
y que Él abra allí
mi tumba, el último día.


Desde entonces y hasta hoy día, los incondicionales del rey al-Mu´tamid de Sevilla, visitan su tumba en Aghmat. Grandes personajes de la historia de al-Andalus así lo hicieron, como el visir Ibn al-Jatib, el cronista al-Maqqari, el padre de la patria andaluza, Blas Infante, que dijo “el rey no ha muerto, duerme aún…”  y muchos otros historiadores, políticos, geógrafos, periodistas, ensayistas, etc.

En 2010, la Asociación Amigos del Legado Andalusí, realizó un viaje a Aghmat para rendir su segundo homenaje al rey al-Mu´tamid, formé parte de aquel grupo de amantes de al-Andalus y le escribí una carta al rey de Sevilla. Aquí dejo un fragmento de la misma…  
“Rey al-Mu´tamid, a medida que se acercaba la fecha para venir a rendirte homenaje mi inspiración se esfumaba. Ya te había escrito unas cuantas páginas, pero las he descartado todas.
Procedo de tierras lejanas allende el mar de las tinieblas. El destino me trajo a Sevilla, donde te conocí. Los muros ocultos de Qasr al-Mubarak me contaron de ti, el  sahn de ibn al-Adabbas te recuerda con cariño, el wadi el-kebir, sigue majestuoso su curso y aún te llora,  ax-Xaraf sigue presumiendo de herencia de grandeza y la cúpula de al-Turayya se impone en el horizonte.
Te conocí a través de la pasión que sentías y expresabas por los que amaste con locura y seguramente aún amas.
Conocí a la Gran Señora de Sevilla, gracias a tus versos donde plasmabas su mirada, su magia, su encanto y su fragancia. 
Gracias a ti, conocí a ibn Ammar entre los muros rojizos del palacio de las Varandas de Silves, donde aún parece escucharse las risas festivas entre copas de cristal. Te conocí por la amargura de tus lágrimas derramadas por tus hijos muertos. Pienso que no hay dolor igual.
Conocí tu sensualidad envuelta en delicadas sedas finas, en el sabor del vino fresco, en el retozar con blancas gacelas, en el balanceo de una barca en un recodo del río, en el calor de las estrellas y la sonrisa de la luna.  

Elisa Simon

NOTA: 

- La música que acompaña el video pertenece a "La Llamada de Al-Andalus" Ensemble de Eduardo Paniagua, Pneuma. 
1.- Nawá Shanbar. Andalusí de Túnez. Eduardo Paniagua. 
2.- Oh cria de gacela... Cálamus, Begoña Olavide, Eduardo Paniagua. 
3.- Las noches del encuentro. Eduardo Paniagua
4.- Twishya Isbihan. Eduardo Paniagua

- Las fotos del día de homenaje al rey al-Mu´tamid pertenecen a mi amigo Rafael López, miembro de la Asociación de Amigos del Legado Andalusi, que tuvo la generosidad de suministrarme todas las fotos de aquel lindo día. Gracias Rafael ! 

- La Asociación de Amigos del Legado Andalusi de Sevilla, es una asociación cultural sin ánimo de lucro, aconfesional y apolítica, que se dedica a la difusión de la historia de al-Andalus en todos los campos. Así mismo, los asociados buscamos y disfrutamos de las huellas andalusíes allí donde se encuentren. Su presidente es Mario José Mañas López y un muy querido amigo personal al igual que su esposa Rosa.


BIBLIOGRAFIA:
-          al-Mu´tamid y los Abadíes, el esplendor del reino de Sevilla. Pilar Lirola Delgado. Editado por la Fundación Ibn Tufayl de Estudios Árabes.
-          Al-Mu´tamid, Poesía. Antología traducida por Miguel José Hagerty. Editado por Antoni Bosch.
-          Al-Mu´tamid Ibn Abbad, Poesías. Antología bilingüe por María Jesús Rubiera Mata. Instituto Hispano-Arabe de Cultura
-          Traducción de los dos poemas en versión del profesor Rafael Valencia, tomados de muchas de sus conferencias a las que tuve el gusto de asistir.
-          Los Almorávides. Jacinto Bosch Vilá. Universidad de Granada, colección Archivum.
-          El siglo XI en 1º persona. Las memorias de ´Abd Allah, útlimo rey zirí de Granada, destronado por los almorávides (1090). Traducidas por E. Levi-Provençal y Emilio García Gomez. Alianza Editorial.
-          La Sevilla Islámica. Historia de Sevilla, Jacinto Bosch Vilá. Universidad de Sevilla.
-          Historia de España, Ramón Menéndez Pidal tomo VIII/2 editorial espasa-calpe