sábado, 9 de junio de 2012


Yehudah ha-Leví  El mejor poeta andalusí en lengua hebrea.

Por Elisa Simon.

 este personaje sefardí, es en el mundo judío, uno de los más grandes poetas en lengua hebrea. Sus poemas religiosos fueron incorporados a la liturgia hebrea, marcados por el deseo de alcanzar Jerusalén. Hoy en día se cantan en las sinagogas de todo el mundo. Yehudah ha-Levi creó un género poético religioso llamado las “Siónidas”.

Nació en Tudela (Navarra) hacia 1070. En aquellos tiempos esta ciudad pertenecía a la taifa de Zaragoza, en la cual gobernaba el rey al-Muqtadir. Su reinado se caracterizó por el mecenazgo a las ciencias y el arte. Nuestro poeta Yehudah procedía de familia acomodada. Lamentablemente no hay muchos datos acerca de su infancia y juventud. Según parece, ésta transcurrió en Castilla, tranquila y dedicada a los estudios. Su padre se ocupó de darle una esmerada formación con los mejores maestros. Estudió en la prestigiosa Academia talmúdica de la ciudad de Lucena, donde fue discípulo de  uno de los más grandes talmudistas de al-Andalus, Isaac al-Fasi. 
Pronto pasó a formar parte de la élite cultural de dicha ciudad, donde ya era conocido por sus dotes para la poesía y la improvisación de versos. Yehudah era un hombre de carácter afable, amable, muy educado. Estas cualidades lo rodearon de buenos amigos, los cuales mantuvo durante toda su vida. 
Yehudah, al igual que la gran mayoría de los poetas andalusíes, empleaban la métrica árabe en sus versos. La estructura métrica árabe adoptada para la poesía en lengua hebrea, es la qasida. Se trata de un poema compuesto por un número indeterminado de versos con rima final consonántica. En cuanto a la temática profana es la misma que la empleada en la poesía en árabe, es decir, temas de tipo erótico, panegírico, báquico, floral, etc. En ocasiones, la poesía de Yehudah y otros poetas sefardíes se inspiraban en su propia tradición y motivos bíblicos, componiendo versos seculares en los que subyacen las ideas contenidas en los libros bíblicos. 

“La cierva lava sus vestidos en las aguas de mis lágrimas,
Y los tiende al sol de su esplendor.
No pide agua de manantiales teniendo mis ojos,
Ni sol, ante la belleza de su figura. “
***
“Graciosa gacela, con tu belleza me has cautivado,
Con crueldad me has esclavizado en tu prisión.
Desde que la separación se interpuso entre nosotros
No he encontrado una figura comparable a tu hermosura.
Me alimento de rojas manzanas cuyo aroma es como
El de tu rostro y tu boca,
Tienen la misma forma de tus pechos y el color
Del rubí que aparece en tu mejilla. “
                     ***                    
Hoy se han unido las estrellas del Orbe;
            nadie hay comparable en las huestes celestes.
Envidian las Pléyades su unión, pues
            ni el aire pasa entre ellos.
El astro de Oriente ha venido a Occidente,
            y ha encontrado a la estrella solar entre sus hijas.
Ha levantado un dosel de ramas gruesas
            y con ellas una tienda para el sol.
                   ***                  
¡Si quisiera seguirme la aurora con la brisa
Que besa la boca de ella y balancea su cuerpo!
¡Si las nubes quisieran llevarle mi saludo!
Entonces, al igual que su talle, su duro corazón oscilaría.
¡Oh gacela, que eligió colocar su morada sobre la Osa Mayor,
Ten compasión de quién hasta la Osa Mayor volaría!

                                          
Yehudah decidió estudiar medicina, sin dejar de lado su producción poética, inclinándose cada vez más hacia la poesía mística. Profundizó sus estudios en la filosofía andalusí, que tiene un marcado carácter griego, cuestión que chocaba con sus convicciones religiosas y el carácter místico de su obra.
Parecía vivir tranquilo a caballo entre al-Andalus y Castilla. Vivió en varias ciudades. El buscaba un lugar, anhelaba tener un hogar, un refugio donde sentirse seguro. Este sentimiento fue ahondando en su personalidad. Así lo reflejó en sus composiciones religiosas. A medida que iba madurando se convencía y sentía que su lugar, su hogar estaba en la ciudad de Jerusalén. Los acontecimientos históricos tanto en al-Andalus como en Castilla no hicieron más que reafirmar cada vez más dicho deseo.

  “Mi corazón,está en Oriente, y yo en los confines de Occidente.
             ¿Cómo gustar de los manjares y disfrutarlos?
¿Cómo cumplir mis votos y mis promesas, si sigue
             Sión bajo el poder de 'Edom y yo sometido a los árabes?
Me parecerá tan fácil abandonar todo el bien de Sefarad,
             como preciado contemplar las ruinas del Santuario destruido.”


La taifa de Toledo gobernada por los Banu Di l-Nun(1), fue entregada a los castellanos en mayo de 1085. La historia es más larga y complicada y supuso el principio del fin de al-Andalus. Este es un tema para varios artículos en el blog.
Pero regresemos a nuestro protagonista. 
En principio, la incorporación de Toledo al reino de Castilla no supuso ningún cambio drástico para los sefardíes toledanos. Yehudah prosiguió, junto a su familia,  ejerciendo la medicina, profesión que le dio de comer, pero que él no amaba. Uno de sus mejores amigos, Yosef ibn Ferrusel(2), apodado Cidellus, se convirtió en un hombre de peso dentro de la corte de Alfonso VI. En esa época, parece ser que compuso “Divan”, una colección de poemas profanos en hebreo.
Invitado por Moseh ibn Ezra(3), se trasladó a Granada, donde fue recibido calurosamente. En aquel tiempo, gobernaba el rey Abd ´Allah(4), quien si bien no contó entre sus cortesanos con sefardíes, mantuvo la política favorable a los sefardíes granadinos.  
En 1086 los reyes de taifas(5), por motivos que en este artículo no vienen a cuento, decidieron pedir ayuda a sus hermanos musulmanes del Magreb, para hacer frente a los castellanos. El jefe de los almorávides(6), Yusuf ibn Tashfin(7), aceptó bajo una serie de condiciones. Se libró la batalla de Zallaqa(8), donde los andalusíes salieron victoriosos, dando un respiro a los reyes de taifas. Esta tregua no duró mucho, ya que unos años más tarde, los reyes andalusíes hicieron una segunda llamada de socorro, que fue respondida por los almorávides. Si bien, en este caso, el sitio de Aledo(9) sólo puso en evidencia la desunión de los reyes de taifas y la vulnerabilidad de al-Andalus. De ahí que, en 1090 Yusuf ibn Tashfin volviera a cruzar el Estrecho, pero esta vez sin ser llamado y con la intención de exiliar a los reyes de taifas para salvar al-Andalus. Yehudah fue testigo de todos  estos acontecimientos, ya que el rey Abd ´Allah de Granada fue uno de sus protagonistas. La primera taifa en caer fue precisamente la de Granada. La situación en al-Andalus cambió, debido a las convicciones religiosas de los almorávides. En ese momento, Yehudah decidió abandonar al-Andalus y regresar a Toledo.
Durante casi 20 años continuó su vida en Toledo, sin dejar de realizar viajes a al-Andalus, donde tenía muchos amigos. En Toledo fue testigo de una tragedia. En 1108 hubo una matanza de sefardíes en esta ciudad, entre los asesinados estaba el joven sobrino de su amigo Yosef ibn Ferrusel. Dolido y enfadado le dedicó una sentida elegía. Encontré sólo este fragmento:  


¡Ay, amigo mío!, hoy no tendrás tus albricias
              por decirme que han dado muerte a Sĕlomoh.
Troca mi corazón, troca tu poema en lamento,
              pues llegó su quebranto cuando esperaba su paz.


Tales tragedias en Castilla y los nuevos gobernantes en al-Andalus provocaban en  Yehudah una tristeza cada vez mayor. Su anhelo de ir a Jerusalén se tornó más fuerte en su interior. Estos sentimientos se reflejan en sus trabajos y estudios filosófico-religiosos.  El momento de cumplir su deseo llegó tras la muerte de su esposa. Decidió entonces abandonar Sefarad. Se despidió de su única hija, de su nieto y de sus amigos. Se embarcó en un puerto andalusí para atravesar el Mediterráneo y llegar hasta Alejandría. Allí, en Egipto lo esperaba un familiar y otros amigos. La travesía fue una gran aventura ya que los sorprendió una enorme tempestad.

“Y no zozobre tu corazón en el corazón del mar
Cuando veas que las montañas vacilan y desaparecen,
Y las manos de los marineros son como trapos
Y los más hábiles maestros están taciturnos,
Alegres parten mirando hacia delante
Luego se dan la vuelta y palidecen,
Ante ti tienes el Océano como refugio,
¡y no tienes escape, sino trampas!
Las velas se agitan y vibran
Y las tablas se conmueven y tiemblan,
Y la mano del viento juega con las aguas
Como los que levantan las gavillas en la trilla,
Unas veces las convierten en eras,
Otras hace de ellas montones de parva,
Cuando las embravece parecen leones,
Cuando las debilita parecen serpientes,
Tras las primeras corren las de detrás
Como culebras para las que no hay exorcismo.
El potente navío por poco sucumbe por la fuerza de Dios
Y el mástil y la vela pierden su vigor,
El buque y sus camarotes están trastornados
Tanto los de abajo, como los de en medio como los de arriba,
Los que tiran de las cuerdas están doloridos,
Mujeres y hombres se encuentran enfermos,
Y agotóse el espíritu de sus marineros
Y los cuerpos temieron por la vida.
La fuerza de los mástiles de nada aprovecha,
Ni se desea el consejo de los ancianos,
A los mástiles de cedro se les ve como de paja
Y los hierros de los fondos como heno,
La gente reza cada uno a su Santo
Y tú te vuelves hacia el Sancta Sanctorum
Y rememoras los milagros del Mar Rojo y el Jordán
Que están grabados en todos los corazones
Alabas al que apacigua el rugido del mar
Cuando sus olas arrojan los lodos
Y le recuerdas la penitencia de los corazones pecadores
¡ para que Él recuerde en tu favor el mérito de los santos patriarcas! “


En el puerto egipcio lo recibieron con gran júbilo y cariño. Durante meses sus familiares y amigos intentaron persuadirlo, para que se quedara con ellos en aquellas tierras. Yehudah tampoco encontró la paz anhelada en tierras de los faraones.

“Si queréis que mi voluntad se cumpla,
Permitidme partir y me iré con mi Señor,
Pues ya no encontraré para mis pies lugar de reposo
Hasta que establezca mi residencia en la casa de Su morada.
No hagáis que mis pasos demoren la partida,
Porque temo que me sorprenda la muerte.
Mi deseo es refugiarme bajo las alas de la gloria de Dios y
Que mi albergue esté junto al albergue de mis antepasados. “


Fiel a su promesa, prosiguió su viaje hacia Jerusalén. Es ahí donde se pierde la documentación histórica de este personaje. No se puede confirmar el lugar ni la fecha de su muerte, si bien ya había cumplido los 70 años. La personalidad de Yehudah despertó la imaginación de la gente y se fraguó una leyenda, según la cual llegó hasta las puertas de Jerusalén, donde estaba recitando una de sus composiciones siónidas, cuando fue atropellado por un jinete y murió.
Su principal obra fue escrita en árabe, se trata de Sefer ha Kuzarí. Está  compuesta por cinco ensayos en forma de diálogo entre el rey de los Jázaros, Bulan, y un rabino, que había sido invitado a la corte, al igual que un musulmán y un cristiano. Cada uno debía explicarle al rey Bulan su doctrina, para que éste se convirtiera a una de las tres religiones. Fue el rabino, el que finalmente convenció a este monarca para que se convirtiera al judaísmo. Este hecho histórico le sirvió a Yehudah para exaltar el judaísmo. En “Kuzarí” expone los conceptos teológicos y filosóficos junto a un compendio de tradiciones orales y costumbres semitas.


NOTAS
1.- Banu Di l-Nun, familia bereber de la tribu Hawwara llegados a la Península en el 711. Se establecieron en el centro de la Península convirtiéndose en uno de los linajes más importantes durante el período Omeya. A la caída del Califato de Córdoba, los Di l-Nun tomaron el poder de la taifa de Toledo. El tercer y último gobernante de este linaje fue al-Qadir, quien ofreció su reino al castellano Alfonso VI.
2.- Yosef ibn Ferrusel (..?.. – 1145)administrador y hombre de confianza del rey Alfonso VI. Ayudó a los sefardíes que venían huyendo de al-Andalus bajo la presión de los almorávides primero y almohades después.
3.- Moseh ibn Ezra, (1055 – desp. 1135) poeta granadino, que pertenecía a una de las familias sefardíes importantes de Granada. Ocupó altos cargos en la administración.
4.- Rey taifa de Granada, Abd ´Allah fue el último gobernante granadino de la rama bereber zirí (del 1073 – 1090). Estos beréberes Sinhaya pasaron a al-Andalus en el siglo XI, siendo acogidos por el hijo de Almanzor.
5.- A la caída del Califato, le siguió una guerra civil en al-Andalus que terminó fragmentando el país en taifas o porciones territoriales sobre las que se iban declarando autónomos quienes por entonces ostentaban el poder local, como gobernadores, jueces o importantes linajes locales. Los reinos de taifas abarcan desde 1031 hasta 1090.
6.- Los almorávides eran bereberes sinhaya nómadas al sur del Magreb. Su jefe espiritual promovió unas reformas en el Islam y fue el creador de un movimiento religioso surgido en un convento-fortaleza o ribat, donde instruía a sus fieles. De ahí tomaron su nombre, murabitun “hombres del ribat”.
7.- Emir almorávide que puso fin a los reinos de taifas en al-Andalus.
8.- batalla de Zallaqah tuvo lugar el 23 de Octubre de 1086 en tierras del actual Badajoz (Extremadura). Tropas unidas procedentes de todos los reinos taifas y la ayuda de los almorávides lograron vencer a los castellanos encabezados por Alfonso VI. 
9.- Sitio de Aledo. Castillo de Aledo situado en lo más alto de un cerro rocoso en la zona de Murcia en el corazón del levante andalusí. Este castillo había sido tomado por los cristianos. Los reyes taifas con el auxilio de Yusuf ibn Tashfin sitiaron el castillo inexpugnable durante varios meses sin éxito. 

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