lunes, 20 de abril de 2015

JARRON DE LAS GACELAS

EL JARRON DE LAS GACELAS




Por Elisa Simon 

Cuando visité el palacio de la Alhambra el año pasado, quedé maravillada al ver el jarrón de las Gacelas expuesto en un lado del patio de los leones. Mi querida Mariam y yo nos quedamos un rato admirando esta obra de arte nazarí.

El jarrón fue realizado en plena época de esplendor del reino nazarí, bajo el emir Muhammad V y forma parte de una colección de ocho jarrones que hoy día se encuentran distribuidos por distintas ciudades el mundo.

Como siempre, intento imaginar el alfar donde fue creado, situado quizá en las afueras de Granada en un taller con un patio grande donde preparar la arcilla rodeado de distintas estancias donde trabajar la cerámica. Gran cantidad de leña, troncos y virutas estarían apiladas cerca de los hornos. Allí trabajarían un numero importante de maestros ceramistas, aprendices y ayudantes. Cada uno tendría su tarea siguiendo siempre las ordenes del maestro alfarero.

Mientras miraba los detalles de este jarrón, pensaba en las manos del alfarero que debió moldear esta gigantesca pieza en un torno, iría acariciando la arcilla, con delicadeza, comenzando por una base muy estrecha para luego darle al cuerpo una forma ovalada. El cuello o gollete y las asas con forma de alas se realizarían aparte para ser añadidas y completar el jarrón.
Después de muchas horas de secado al natural, hacía el jarrón su primera entrada en el horno, donde se cocía a unos 960 – 980 grados. De esta manera se eliminaba todo resto de agua y humedad del barro.



Seguidamente se bañaba el jarrón con un barniz blanco, que los ceramistas hacían a base de oxido de plomo y estaño. Con la pieza completamente esmaltada los artistas comenzaban a trazar los dibujos que decoran el jarrón. Las gacelas, los atauriques, la caligrafía.
Sin dilación comenzaba la pintura, que en el caso de este jarrón, son dos colores fundamentales; azul y dorado. Para ello utilizaban oxido de cobalto para crear el azul. Los ceramistas nazaríes aplicaban los colores con pinceles o plumas, con mucho cuidado y con pulso firme, siguiendo las líneas del dibujo.

Se realizaba una segunda cocción a una temperatura de unos 960 grados. El jarrón ya iba tomando su carácter con el vidriado, pero faltaba aún la característica de la cerámica nazarí: el lustre o dorado.
Ello se realizaba aplicando el dorado, que se hacía a base de vinagre de sulfuros de plata y cobre. En este último paso la leña empleada podía ser romero u otros arbustos que contienen mucha resina y no se dejaba entrar oxígeno en el horno, de tal manera que se producía mucho humo. Cuando el jarrón salía del horno estaba lleno de hollín. Los alfareros con piezas de esparto en mano, realizaban con sumo mimo una frotación para limpiar el jarrón que terminaba brillando con reflejos metálicos. 

Le pregunté a un amigo ceramista, cómo sabían los alfareros andalusíes a qué temperatura estaba el horno. Y me dijo que gracias a la experiencia de los alfareros conocían la temperatura del horno por el color de la llama, que es blanca cuando alcanza la máxima temperatura.


Las protagonistas de este jarrón son las gacelas, que se muestran en el tercio superior. Se trata de dos hermosas y esbeltas gacelas una frente a la otra, en actitud de marcha, en dorado, sobre un fondo azul con ataurique dorado.
La decoración se divide por una franja horizontal que contiene una inscripción que dice: “ la felicidad y la prosperidad” en cursivo granadino.
La parte inferior esta formada por óvalos y triángulos azules entre atauriques y motivos vegetales.
La otra cara del jarrón muestra dos gacelas azules, sin decorar, pisando un ataurique estilizado en azul y dorado.  



El cuello del jarrón esta compuesto de franjas verticales en azul y dorado. Las asas con forma de alas, repiten en los bordes la misma inscripción cúfica “ la felicidad y la prosperidad” completado con motivos vegetales.

Cuando viajen a Granada, visiten el Museo de la Alhambra donde este jarrón único en belleza tiene un lugar privilegiado.

Agradezco la buena voluntad y ayuda desinteresada de mi amigo Ramón Retamero, ceramista de Sevilla, por su colaboración en este artículo.



BIBLIOGRAFIA:

- Catálogo de la exposición “al-Andalus, las artes islámicas en España” Granada 1992


-  blog de mi amigo Ramón, para que vean el trabajo que hace. http://ramonretamero-pintura.blogspot.com.es





2 comentarios:

  1. Es una pieza magnífica. Siempre que visito el Museo, el rato más largo lo paso allí, contemplándolo...

    Muy interesante, saludos.

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  2. Muchas gracias por el artículo. Me ha parecido muy bien escrito. Conciso, directo y lleno de detalles. Es una pena que muchos granadinos no sepamos apreciar lo que tenemos tan cerquita y a la vez tan lejos.

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