domingo, 29 de julio de 2018

QASIDA "Fluyeron mis lágrimas"




Poema atribuido al rey al-Mu´tamid, rey de Sevilla (1039 – 1095)


Por Elisa Simon

La música andalusí es un vasto universo, lleno de matices. En líneas generales, se puede decir que es el resultado de la fusión entre la arabización introducida por Zyriab* hacia el siglo IX, a la música de herencia íbera y visigoda de la Península. Esta música fue evolucionando hasta que alcanzó su forma de expresión propia y genuina bajo el gran ibn Bayya* de Zaragoza en el siglo XII.

A partir del siglo XIII, cuando los reinos cristianos del norte avanzaban en sus conquistas, hubo sucesivas migraciones de andalusíes hacia el norte de África, llevándose consigo la música andalusí. Así, sevillanos, cordobeses, granadinos se establecieron en el Magreb, en regiones como Marruecos, Argelia, Túnez y Libia. Estas melodías andalusíes se fueron adaptando a la cultura norteafricana, en una evolución marcada por los avatares políticos de cada región. De esta manera en ciudades como Fez, Ifriqiya, Tlemcén o Constantina se fueron creando  escuelas de música andalusí, cuyos maestros transmitieron a sus discípulos más selectos, todo el saber de la música andalusí de forma oral. 


El repertorio andalusí lo componen las llamadas nubas o nawba, que son suites o piezas musicales de corte clásico, que siguen un solo modo musical y están compuestas de cinco movimientos o mizal, conteniendo cada uno tres ritmos diferentes.

El primero es instrumental a modo de obertura o bugya , al cual le siguen múltiples canciones encadenadas. La nuba (nawba) se interpreta según lo regulado en la tradición, tan sólo los Muwwal, que son cantos libres, donde el cantor puede expresar su creatividad.

El repertorio musical actual de Marruecos que conservan estas escuelas, lo compone, según la tradición de al-Ha´ik redactado hacia 1800, once nubas. En Argelia se conservan 13 nubas y en Túnez otras tantas.

En el caso que nos ocupa, en Argelia existen tres escuelas de tradición andalusí: El repertorio musical de Tlemcén se denomina Garnatí, el de Argel San´a y el de Constantina Ma´luf. 
Hoy en día todas las escuelas andalusíes en el Magreb, cuidan con sumo cariño y gran respeto, como el tesoro más grande, la tradición musical andalusí. Los músicos y los melómanos son los únicos que hoy en día realmente protegen este importante y frágil legado.

Uno de los últimos trabajos musicales de Eduardo Paniagua es este cd “Al-Mu´tamid de Sevilla”, de su sello Pneuma, PN 1420.
El disco fue grabado entre los años 2013 y 2017 en las ciudades de Constantina, Argelia y Madrid, España. Esta obra se realizó por encargo a Salim Ferghani, músico y laudista de tradición familiar de Constantina, Argelia y buen conocedor de este repertorio musical.

Eduardo ha registrado y documentado una interpretación musical sobre la base de un poema atribuido al poeta-rey de Sevilla del siglo XI.

Los músicos lograron transmitir el juego poético de la sensualidad, la ingenuidad y la alegría entre un joven príncipe (al-Mu´tamid) y un grupo de muchachas adolescentes, en un dialogo entre las estrofas e instrumentos musicales como el laúd, fhal (flauta) y viola.

Salim Fergani, visita Sevilla año 2002 
Me encantó la voz clara de Salim, potente y suave a la vez. Una voz que sabe esperar a los instrumentos, más grave o aguda según las estrofas, alargando las vocales con la intención necesaria. Es armoniosa, delicada, deja aire para saborear su cadencia.
Es una delicia el sonido limpio y armónico de los instrumentos, la pequeña flauta de caña, el laúd o ´ud al-´arbi, el rey de la música andalusí, cuyas cuerdas son tañidas por Salim y la viola que aporta un sonido característico a este ensemble, sin olvidar la tan necesaria percusión.    

La qasida* “Fluyeron mis lágrimas” es un largo poema compuesto por seis estrofas y una salida, donde el verso final indica la posible autoría de al-Mu´tamid, cuando dice: “Al-Mu´tamid desea la paz a los presentes, mientras dure el mundo y la bebida de la viña” … 
Salim Ferghani en Sevilla, 2002. Estuvimos paseando por el Alcázar de Sevilla y recitó un poema del rey junto a su columna. 

La historia de esta qasida me la imagino así:

Situamos la escena en Silves, en las afueras del castillo, quizá en una almunia. La ciudad había sido conquistada por la taifa de Sevilla alrededor del año 1052, cuando al-Mu´tamid era un adolescente de unos 13 años. Él fue enviado por su padre a Silves como gobernador, allí vivió sus años dorados, donde imperaban las fiestas y veladas poéticas, donde conoció el amor en todas sus expresiones, en aquella ciudad se sintió libre, lejos del control férreo de su temible padre, al-Mu´tadid. Conocidas son sus aventuras junto a su amigo Ibn ´Ammar y envuelto en leyenda se puede situar aquí, en Silves, su encuentro con Rumaikiyya.




En ese ambiente, podría haber sucedido que tuviera esta experiencia con un grupo de jóvenes, como relata el poema.

El joven Al-Mu´tamid había descubierto un grupo de muchachas, morenas unas y blancas otras, a cual más hermosa, que estaban cantando, tomando vino y disfrutando del momento. Él las observaba a cierta distancia y oculto tras unos árboles.

Ellas, en aquel jardín junto a un estanque, tocaban instrumentos mientras esbeltos coperos les iban llenando las copas de cristal del Irak. Ante tanta belleza,  el joven gobernador sentía su mente ofuscada y su alma extinguida.




A medida que el día fue pasando a la tarde-noche, ellas encendieron velas que iluminaban el hermoso y frondoso jardín, dibujando sombras que se contorneaban al ritmo de la melodía. Sus cantos se elevaban al tiempo que aumentaba la animación gracias al vino.

En un momento dado, se levantó una brisa, los árboles que ocultaban a al-Mu´tamid se movieron y él fue descubierto. Las muchachas, alteradas y contentas se acercaron a él, lo abrumaron tanto que, en un primer momento, no supo responder.

Ellas le propusieron un juego: si decía de forma correcta el significado de tres palabras, entonces ellas lo invitaban a pasar el resto de la velada juntos, entre la música y el vino.

El joven gobernador, algo intimidado por el carácter arrollador de las jóvenes, logró responder de forma satisfactoria para ellas, después de hacer como que dudaba, para alargar ese momento tan interesante, en el que se le juzgaba como si fuera un ignorante. El final feliz llegó cuando él disfrutó de la buena compañía, en aquel jardín atravesado por una acequia.

Las luz tenue de las velas, el susurro del agua, las fragancias de las flores del jardín que se esparcían con la brisa, los cuerpos sensuales de las jóvenes de piel suave, el delicado y fresco sabor del vino, la suave y rítmica melodía de la música hizo que el joven al-Mu´tamid se perdiera entre la sensibilidad de los sentidos y dando gracias a Dios por tanta belleza, amor y alegría.  


NOTA:

-  Nuba: suite o sesión musical oriental clásica, hoy en día en cinco movimientos
-  Qasida: poemas clásicos de verso largo y una sola rima.
 Zyriab: vivió entre los siglos VIII y IX, en Bagdad era discípulo de uno de los más grandes virtuosos de la música. Un día el califa Harun ar-Rashid se fijó en su laúd, en su forma de tocar y cantar, lo cual le causó una muy grata impresión, tanto que su despertó los celos de su maestro, quien temeroso de ser eclipsado, lo instó a abandonar la ciudad. Zyriab (el Mirlo Negro) inició su andadura que lo llevó primero a Ifriquiya y luego a la corte emiral de Córdoba. Bajo dos emires, al-Hakam I y abd ar-Rahman II después, Zyriab fundó la escuela musical andalusí, consolidó el sistema oriental musical, innovó tanto en los instrumentos, como en el canto y el baile.
- Ibn Bayya: nacido en Zaragoza en el siglo XI, murió en Fez en 1138. Fue uno de los más grandes sabios andalusíes, dominaba casi todas las facetas de las ciencias, como las matemáticas, la filosofía, astronomía, ciencias naturales, era músico, poeta y excelente laudista. Estudió la metafísica. A lo largo de su vida escribió varios tratados basados en la música, como los efectos terapéuticos de la música sobre el alma humana. A él le debemos la creación de la perfecta fusión (maziy) entre los cantos cristianos y los orientales. Se le considera el padre de la música andalusí.   


Eduardo Paniagua 


BIBLIOGRAFIA:

- Texto  contenido en el cd de Hichem Berderbal y Eduardo Paniagua
Música andalusí en el Magreb de Mahmud Guettat, Sevilla 1999
- Pasado y presente de la música andalusí de Manuela Cortés, Sevilla 1996

DISCO:
-  Pneuma PN 1420 “al-Mu´tamid de Sevilla” qasida “fluyeron mis lágrimas. Música andalusí de Constantina, Argelia. Salim Ferghani.


Salim Fergani, en el patio de las muñecas del palacio del rey don Pedro I en el recinto del Alcázar de Sevilla, visita a Sevilla año 2002









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