lunes, 5 de noviembre de 2012

“ANECDOTAS DE HASDAY” Mecenas de la cultura sefardí andalusí


“ANECDOTAS DE HASDAY”    


Mecenas de la cultura sefardí andalusí






En este artículo, quiero recordar con Ustedes la importancia e influencia que tuvo Hasday ibn Shaprut en el origen de la cultura sefardí de al-Andalus. Gracias a su mecenazgo, su tenacidad y su cargo como na´sí o príncipe de las comunidades judías andalusíes, convirtió la ciudad de Córdoba en el centro del saber para los judíos de dentro y fuera de al-Andalus.

Hasday atrajo a sabios y eruditos sefardíes, del Magreb y de Oriente, para que desarrollaran en Córdoba los estudios del Talmud, la poesía, la ciencia, la medicina y las artes. Bajo su patrocinio trajo libros de Oriente y de todos los rincones del mundo conocido, para ser traducidos y ampliar el saber en al-Andalus. Hasday sentó las bases para alcanzar el esplendor de la cultura sefardí andalusí en todos los campos del saber en los siglos siguientes.
 
En este artículo me gustaría mencionar fundamentalmente a tres personajes que florecieron gracias al mecenazgo de Hasday. Menahem ben Saruq, Dunash ben Labrat y Moshe ben Hanok.


pieza del museo Casa de Sefarad Cordoba

Recordarán de los artículos anteriores a su secretario, Menahem ben Saruq. Hasday le encargó un trabajo muy especial: la redacción de un diccionario-hebreo de las raíces bíblicas, llamado “Mahberet”. En dicho diccionario Menahem incluyó:

        “con claridad la lengua hebrea de acuerdo con el contenido esencial de sus fundamentos y la esencia de sus raíces, aplicando la plomada de la razón y el cordel de medir de la instrucción para explicar los sentidos de sus especies según leyes regulares, exponer las clases de significados de acuerdo con sus divisiones, mostrar las acepciones de la palabra según su significado, enseñar las letras que forman parte de la raíz y las que tienen función servil en medio de la palabra y en sus dos extremos, hasta llegar a abarcar plenamente la lengua hebrea y hacerla inteligible en toda su extensión. “

Menahem se tomó muy en serio su tarea. Fue agrupando las palabras hebreas según sus raíces biconsonanticas, uniconsonanticas y triconsonanticas. Explicó y ofreció su interpretación, en hebreo, del significado de la raíz de cada palabra en lengua hebrea. Así surgió una literatura hebrea andalusí unido a estudios lingüísticos. 
Cuando este diccionario se dio a conocer, comenzó una gran discusión de tipo gramatical, semántica, filológica y hasta religiosa. Esto afectó, en parte, a la vida diaria de los judíos de al-Andalus. Las interpretaciones del diccionario llegaron a confundir al pueblo en sus quehaceres diarios.
Los defensores y detractores del diccionario de Menahem dividieron a los sefardíes. Sin embargo, dejando aparte lo que se formó, es relevante la importancia de que se trata del primer diccionario en hebreo, que daría lugar al desarrollo de la lengua hebrea en al-Andalus. Además, este diccionario sería de máxima ayuda para los judíos que desconocían el árabe, así fueron favorecidos los judíos europeos. Aquellos que no sabían árabe, desconocían el origen de la raíz de las palabras hebreas, similar a las árabes. 
Uno de los principales detractores del diccionario de Menahem fue el poeta Dunash ben Labrat ha Levi. Este poeta había llegado a Córdoba gracias a la invitación de Hasday. Dunash ben Labrat, “ …originario de Bagdad y educado en Fez…”, como nos indica Moseh ibn Ezra. Nació hacia 920-925, estudió en Sura, Babilonia, donde aprendió no solo la lengua y cultura árabe sino la gramática y jurisprudencia rabínica. Uno de sus maestros fue Se´adyah       Ga´on, impulsor de la renovación y apertura de la cultura judía. Estas enseñanzas hicieron que Labrat contribuyera de forma destacada al florecimiento de la poesía sefardí. La relevancia de Dunash y su gran aportación a la poesía fue adoptar el sistema métrico árabe en poesía y a las características de la lengua hebrea. Lo importante es que Dunash adoptó la temática de la poesía en árabe, tales como descripciones de la naturaleza, temas amorosos, poesía dedicada a los pájaros, el agua, el vino, las fiestas, la amistad, etc.

“Me dice: no duermas, bebe vino viejo.
Hay alheñas y lirios, mirra y áloes,
En el jardín con granados, palmeras y parras,
Plantas agradables y muchos tamariscos,
Ruidos de acequias y sones de laúdes,
Acompañados de la voz de cantores con cítaras y adufes. ….”

Según parece fue el hazzan o cantor de sinagoga de Córdoba. Compuso poemas litúrgicos que son hoy conocidos en todo el mundo judio.

Las  desavenencias y controversias gramaticales y filológicas entre Dunash y Menahem, pronto se convirtieron en discusiones, que se extendía más allá de los salones de las Academias.  Dunash escribió una serie de artículos y libros criticando la postura de Menahem en su diccionario. Sin embargo, fueron los discípulos de ambos filólogos, los que más crudamente se enfrentaron en sendas cartas, poemas, artículos, defendiendo a sus maestros. De ahí que Menahem no se defendiera personalmente de ninguno de los ataques de Dunash. Con el paso del tiempo, estas discusiones dieron lugar a dos posturas enfrentadas dentro de la comunidad sefardí. Mientras unos defendían las viejas tradiciones de Menahem,  la otra hacía lo propio con las ideas innovadoras de Dunash. Hasday ibn Shaprut se vio, sin querer, entre ambas facciones. Intentó mantenerse neutral, sin embargo, parece que se vio forzado a decantarse por una de ellas. Optó por las ideas innovadoras introducidas por los sabios de Oriente. De esta manera, su secretario Menahem, perdió el favor de su mecenas. Según parece sufrió ataques físicos e incluso le quemaron su casa. Aunque Hasday no tuvo nada que ver en aquellos disturbios, Menahem lo culpó de ello, tal como describe este poema de Menahem:  

“la morada que me dejaran en herencia mis padres
Ordenaste profanar el día de la Fiesta.
Vinieron unos forajidos y la asolaron…”

En otro poema criticó a Hasday.

“me juzgaste con el juicio de Dios,
Dictaste sentencia como si fueras el Señor,
Que es a la vez testigo y juez…”

Menahem se lamenta en este poema:

“… tendrías que honrarme por haber trabajado en casa de mi señor, tu padre…..
Sirviéndote agua en las manos… el me tenía aprecio y me atraía con los lazos de la amistad…
Y mientras me tuvo bajo su sombra, no me hizo daño el sol.
En la medida de las pocas fuerzas de mi inteligencia proclamé yo sus alabanzas.
Grabadas están en el Arca del Testimonio en la Sinagoga que él construyó en honor del Señor,
Y la inscripción es obra de mi mano… “

sala 6 del museo de Lucena, Cordoba.


Para dar un poco de oxígeno a este artículo voy a contarles la llegada a Córdoba del tercer personaje relacionado con Hasday. El rabi Moshe ben Hanok. Mientras en al-Andalus los sefardíes fueron adquiriendo importancia gracias a los patrocinios y esfuerzos de Hasday, en Oriente las grandes Academias Talmúdicas estaban ya en decadencia, y eran regidas por directores o gaonim (singl. Gaon). Dos de estos centros talmúdicos se situaban en las ciudades de Sura y Pumbeditha respectivamente. En ellas se estudiaba la interpretación del Talmúd y se velaba por los intereses de las comunidades judías. En estas Academias se estudiaba no solo el saber religioso, sino el profano también, como la medicina o la poesía, por ejemplo. Lo que se dictaba como enseñanza servía de guía o apoyo a todas las comunidades judías esparcidas por el mundo conocido de aquella época. Hacia mediados del siglo X, estas Academias iniciaron una imparable decadencia. La precaria situación de las Academias de Babilonia forzó su cierre y la migración de sus directores o gaonim hacia otros países.  


    
Fue así como cuatro de los sabios de estas Academias embarcaron hacia Occidente con la idea de crear nuevas Academias. En una de estas naves viajaba el gaon rabi Moshe ben Hanok con su esposa y su hijo. Una tempestad  empujó su embarcación hacia las costas italianas. Allí el corsario Ibn Rumahis, asaltó la nave y apresó a sus pasajeros. La esposa de Hanok, temerosa de lo que le pudiera ocurrir, decidió arrojarse al mar, dejando desolado a su esposo e hijo pequeño. Como Ibn Rumahis estaba subvencionado por el califa abd ar-Rahman III, los prisioneros convertidos en esclavos arribaron al puerto de Córdoba, donde fueron ofrecidos al mejor postor en el mercado de esclavos. A todo esto,  Hasday sabiendo que entre los esclavos se encontraban judíos, éste los redimió y pasaron a formar parte de la comunidad cordobesa. Moseh y su hijo, cansados, humillados y tristes por la muerte de su esposa y madre, llevaban una vida anónima en la capital del califato. No habían dicho a nadie que Moseh había sido gaón de Babilonia.
Moseh solía asistir regularmente a las sesiones de la escuela talmúdica en la sinagoga. Se sentaba en un rincón para escuchar al dayyan o juez, rabí Nathan. Un día estando rabí Nathan explicando un pasaje del Talmud, dio una interpretación que no compartía Moseh. Sin embargo, guardó silencio y esperó hasta que los asistentes expusieran sus preguntas y que el rabí respondiera. Fue entonces, cuando Moseh hizo su comentario, dejando tanto al dayyan como a los allí presentes atónitos por su forma de expresarse y de exponer su argumento. Su modestia y humildad con la que demostró su sabiduría, hizo que se ganara la simpatía de los asistentes y la admiración del dayyan Nathan. En aquella misma sesión, rabí Nathan terminó invitando a Moseh a subir a su cátedra para que continuara sus explicaciones e interpretaciones de los pasajes del Talmud. Una vez finalizada la sesión, rabí Nathan declaró solemnemente que a partir de ahora el cargo de juez y maestro lo ostentaría Moseh ben Hannoch. Hasta ese momento no se descubrió su identidad. De esta forma Córdoba se convirtió en uno de los centros del saber más sobresalientes del judaísmo. La herencia de la gran Academia de Babilonia acababa de establecerse en la capital de al-Andalus, lo cual atrajo a un sinfín de judíos que se asentaron en Córdoba.

Un siglo más tarde, bajo los reinos de taifas, esta Academia se trasladó a la hermosa ciudad de Lucena, que se convirtió en el Perla de Sefarad…. Pero esa es otra historia. 

Elisa Simon


BIBLIOGRAFÍA

- Judíos Españoles de la Edad de Oro. Antonio Antelo Iglesias. Fundación Amigos de Sefarad. Madrid 1991 
-  Literatura Hebrea en la España Medieval. Ángel Sáenz-Badillos. Fundación Amigos de Sefarad. Madrid 1991 



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