“ANÉCDOTAS DE
HASDAY”
La dieta del rey de León Sancho "El Craso"
La dieta del rey de León Sancho "El Craso"
En
el año 958 Hasday realizó una labor tanto terapéutica como diplomática, cuando
la reina Toda de Navarra, pidió ayuda al califa para reponer en el trono a su
depuesto nieto, Sancho “El Craso”. Dicho así suena un poco confuso. Verán lo
que ocurrió.
El rey de León, Ramiro tuvo dos esposas y uno hijo de cada una. Ordoño, su
primogénito y Sancho. Ambos se disputaron el trono, si bien a Ordoño le
correspondía como primogénito y fue coronado como Ordoño III rey de León. Una
serie de intrigas de palacio y alianzas interesadas entre los reinos del norte
provocaron el enfrentamiento entre los hermanastros.
Mientras
esto ocurría entre los reinos del norte, el califa Abd ar-Rahman III aprovechó
para conquistar ciertos castillos, plazas y fortalezas cristianas de valor
estratégico. Estas tácticas le suponían al califa la movilización de sus tropas
hacia las zonas fronterizas del norte de al-Andalus. No hubiera supuesto ningún
inconveniente si no hubieran asomado por la zona del Mediterráneo los
fatimíes, quienes comenzaron a hostigar las costas andalusíes, en especial
la zona de Almería.
Por
su lado, Ordoño III tampoco podía hacer frente a su hermanastro y los
andalusíes al mismo tiempo, por lo que ambos gobernantes decidieron sellar la paz. El
califa envió a tierras cristianas su mejor hombre, Hasday ibn Shaprut, quien
regresó a Córdoba con un tratado favorable para ser firmado por el califa Abd
ar-Rahman III.
Concluido
este conflicto, el califa centró sus energías en reforzar la flota, haciendo
trabajar a destajo a los astilleros y llenó los arsenales para defenderse de los fatimíes. Movilizó a las tropas del norte, que vinieron
a engrosar a las ya establecidas en el sur de al-Andalus. Fue tal la fuerza
demostrada por el califa que hubo un sinfín de alistamientos voluntarios. Se
establecieron contingentes en las principales ciudades costeras del
mediterráneo, en especial Almería.
Estando
el califa enfrascado en esta estratagema, murió Ordoño III. Inmediatamente le
sucedió su hermanastro Sancho, quien dio por invalidado el tratado de paz
firmado. Ya tenía el califa de Córdoba otro dolor de cabeza. Ahora debía enviar
nuevamente tropas hacia León para luchar contra Sancho. El flamante rey, se ganó
muy pronto poderosos enemigos entre la nobleza, mientras iba aumentando de peso
de forma alarmante. Su obesidad le impedía realizar ciertas acciones tal como
montar a caballo, incluso necesitaba ayuda para caminar. En todo el reino de
León no se hablaba de otra cosa. Sus
enemigos vieron el cielo abierto y tramaron una conspiración no solo para
deponerlo, sino para expulsarlo del reino. Fue apodado el “El Craso” perdiendo
respeto del pueblo, que se mofaba de él. Hacia el año 958
enfermo, destronado y expulsado de su reino, encontró refugio en su poderosa
abuela, la reina Toda de Navarra. Mientras tanto, los conspiradores colocaron
en el trono leonés a otro Ordoño IV, apodado “el Malo”, por su perversidad.
La
reina Toda, era ya mayor, pero conservaba su fuerte carácter, su ambición y
sobre todo su orgullo. Decidió ayudar a su deforme y enfermo nieto, pero no
podía hacerlo sola. Las fuerzas navarras no eran suficientes y Sancho
no tenía ningún aliado. La reina de Navarra debía buscar un aliado
poderoso y ante todo debía encontrar un médico capaz de devolverle la salud a
su nieto.
La
solución a ambos problemas se encontraba en al-Andalus; el califa Abd ar-Rahman
III y Hasday ibn Shaprut.
La
reina Toda tuvo que hacer de tripas corazón, tuvo que tragarse su orgullo y pidió
auxilio a su gran enemigo contra el que tantos años estaba guerreando. Envió
una embajada a Córdoba con la petición de ayuda militar y médica para su nieto.
El califa respondió favorablemente, enviando al único que podría acelerar los
trámites, Hasday ibn Shaprut, quien como médico, podía dar un diagnóstico in situ,
dominaba tanto el romance como el latín y era un hombre de Estado capaz de
convencer a la poderosa reina de cumplir el trato.
Lo
primero que hizo al llegar fue visitar al enfermo y diagnosticar que su
obesidad tenía solución y que él lo curaría. Pero no en Navarra, sino en
Córdoba.
Luego
debió enfrentarse al duro carácter de la reina para acordar los términos del
apoyo militar y terapéutico. Hasday tuvo que emplear todo su potencial:
paciencia, buenos modos, suavidad, don de palabra, simpatía y profesionalidad. La reina Toda no
tuvo más remedio que aceptar las condiciones de Hasday, si quería ayudar a su
nieto Sancho. Por lo que ella se comprometió a entregar al
califa diez fortalezas. Abuela y nieto debían presentarse ante el califa para
solicitar el auxilio militar y permanecer en Córdoba durante el tiempo
necesario para la dieta de Sancho.
Así
partieron de Pamplona, la reina Toda seguida de su nieto y un séquito hacia
la capital de al-Andalus. Después de un tortuoso y largo viaje, durante el cual
Hasday hizo caminar al obeso Sancho sin descanso, llegaron por fin a Córdoba. Fueron
alojados en las mejores dependencias de Medina Zahra. Durante su prolongada
estancia en Córdoba, la reina Toda y el califa pactaron la estrategia de ataque para invadir
León con la idea de reponer en el trono a Sancho.
Mientras tanto Hasday en su labor de médico, sometió a Sancho a
una durísima y rigurosa dieta acompañada de unos remedios elaborados por él
mismo. Dicen que sólo se alimentaba de líquidos que bebía con una pajita.
Cuentan, que al principio la dieta no funcionaba, hasta que Hasday descubrió,
que Sancho comía a escondidas. Vigilado, controlado por el mismo Hasday, Sancho
pasó hambre durante poco más de un año, hasta que recuperó su peso y su salud.
Entre 959 y 960 con la ayuda de las fuerzas andalusíes y navarras, Sancho fue
repuesto en el trono de León y la reina cumplió con su parte del trato, cuando
le entregó a regañadientes los diez castillos prometidos.
Esta
es una de las historias ocurridas a lo largo de la intensa vida de Hasday ibn
Shaprut. Pronto le seguirá otra que espero les guste.
Por Elisa Simon
Por Elisa Simon
NOTA:
Lectura:
“El viaje de la reina” de la autora Angeles de Irisarri. Novela histórica EMECÉ
– Barcelona 1996.
Además
de la bibliografía ya indicada en el artículo principal.
¡Aaaay pobre Sancho!. Casi se hace del SAT o de los amigos del camino de Santiago. Qué pechá de andar, desde Navarra a Córdoba. ¿Cúanto tiempo tardó en hacer el recorrido? ¡Lo que olería el sudoroso CRASO por esos campos de Castilla! Me imagino al pobre clamando al cielo por una buena comida y un lecho donde descansar. Pero Hasday, que fue el antecesor de la dieta DUKAN no cejó en su empeño en curarle. Me ha encantado la Historia. ¡Sigue así Elisa!
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