Poema atribuido al rey
al-Mu´tamid, rey de Sevilla (1039 – 1095)
La música andalusí es un vasto
universo, lleno de matices. En líneas generales, se puede decir que es el
resultado de la fusión entre la arabización introducida por Zyriab* hacia el
siglo IX, a la música de herencia íbera y visigoda de la Península. Esta música
fue evolucionando hasta que alcanzó su forma de expresión propia y genuina bajo
el gran ibn Bayya* de Zaragoza en el siglo XII.
A partir del siglo XIII,
cuando los reinos cristianos del norte avanzaban en sus conquistas, hubo
sucesivas migraciones de andalusíes hacia el norte de África, llevándose
consigo la música andalusí. Así, sevillanos, cordobeses, granadinos se
establecieron en el Magreb, en regiones como Marruecos, Argelia, Túnez y Libia.
Estas melodías andalusíes se fueron adaptando a la cultura norteafricana, en
una evolución marcada por los avatares políticos de cada región. De esta manera
en ciudades como Fez, Ifriqiya, Tlemcén o Constantina se fueron creando escuelas de música andalusí, cuyos maestros
transmitieron a sus discípulos más selectos, todo el saber de la música
andalusí de forma oral.
El repertorio andalusí lo
componen las llamadas nubas o nawba, que son suites o piezas musicales de corte
clásico, que siguen un solo modo musical y están compuestas de cinco
movimientos o mizal, conteniendo cada uno tres ritmos diferentes.
El primero es instrumental a
modo de obertura o bugya , al cual le siguen múltiples canciones encadenadas.
La nuba (nawba) se interpreta según lo regulado en la tradición, tan sólo los
Muwwal, que son cantos libres, donde el cantor puede expresar su creatividad.
El repertorio musical actual
de Marruecos que conservan estas escuelas, lo compone, según la tradición de
al-Ha´ik redactado hacia 1800, once nubas. En Argelia se conservan 13 nubas y
en Túnez otras tantas.
En el caso que nos ocupa, en
Argelia existen tres escuelas de tradición andalusí: El repertorio musical de
Tlemcén se denomina Garnatí, el de Argel San´a y el de Constantina Ma´luf.
Hoy en día todas las escuelas
andalusíes en el Magreb, cuidan con sumo cariño y gran respeto, como el tesoro
más grande, la tradición musical andalusí. Los músicos y los melómanos son los
únicos que hoy en día realmente protegen este importante y frágil legado.
Uno de los últimos trabajos
musicales de Eduardo Paniagua es este cd “Al-Mu´tamid de Sevilla”, de su
sello Pneuma, PN 1420.
El disco fue grabado entre los
años 2013 y 2017 en las ciudades de Constantina, Argelia y Madrid, España. Esta
obra se realizó por encargo a Salim Ferghani, músico y laudista de tradición
familiar de Constantina, Argelia y buen conocedor de este repertorio musical.
Eduardo ha registrado y
documentado una interpretación musical sobre la base de un poema atribuido al
poeta-rey de Sevilla del siglo XI.
Los músicos lograron
transmitir el juego poético de la sensualidad, la ingenuidad y la alegría entre
un joven príncipe (al-Mu´tamid) y un grupo de muchachas adolescentes, en un
dialogo entre las estrofas e instrumentos musicales como el laúd, fhal (flauta)
y viola.
Salim Fergani, visita Sevilla año 2002 |
Es una delicia el sonido
limpio y armónico de los instrumentos, la pequeña flauta de caña, el laúd o ´ud
al-´arbi, el rey de la música andalusí, cuyas cuerdas son tañidas por Salim y
la viola que aporta un sonido característico a este ensemble, sin olvidar la
tan necesaria percusión.
La qasida* “Fluyeron
mis lágrimas” es un largo poema compuesto por seis estrofas y una
salida, donde el verso final indica la posible autoría de al-Mu´tamid, cuando
dice: “Al-Mu´tamid desea la paz a los
presentes, mientras dure el mundo y la bebida de la viña” …
Salim Ferghani en Sevilla, 2002. Estuvimos paseando por el Alcázar de Sevilla y recitó un poema del rey junto a su columna. |
La historia de esta qasida me
la imagino así:
Situamos la escena en Silves,
en las afueras del castillo, quizá en una almunia. La ciudad había sido
conquistada por la taifa de Sevilla alrededor del año 1052, cuando al-Mu´tamid
era un adolescente de unos 13 años. Él fue enviado por su padre a Silves como
gobernador, allí vivió sus años dorados, donde imperaban las fiestas y veladas
poéticas, donde conoció el amor en todas sus expresiones, en aquella ciudad se
sintió libre, lejos del control férreo de su temible padre, al-Mu´tadid.
Conocidas son sus aventuras junto a su amigo Ibn ´Ammar y envuelto en leyenda
se puede situar aquí, en Silves, su encuentro con Rumaikiyya.
En ese ambiente, podría haber
sucedido que tuviera esta experiencia con un grupo de jóvenes, como relata el
poema.
El joven Al-Mu´tamid había
descubierto un grupo de muchachas, morenas unas y blancas otras, a cual más
hermosa, que estaban cantando, tomando vino y disfrutando del momento. Él las
observaba a cierta distancia y oculto tras unos árboles.
Ellas, en aquel jardín junto a
un estanque, tocaban instrumentos mientras esbeltos coperos les iban llenando
las copas de cristal del Irak. Ante tanta belleza, el joven gobernador sentía su mente ofuscada y su alma extinguida.
A medida que el día fue pasando
a la tarde-noche, ellas encendieron velas que iluminaban el hermoso y frondoso
jardín, dibujando sombras que se contorneaban al ritmo de la melodía. Sus
cantos se elevaban al tiempo que aumentaba la animación gracias al vino.
En un momento dado, se levantó
una brisa, los árboles que ocultaban a al-Mu´tamid se movieron y él fue
descubierto. Las muchachas, alteradas y contentas se acercaron a él, lo
abrumaron tanto que, en un primer momento, no supo responder.
Ellas le propusieron un juego:
si decía de forma correcta el significado de tres palabras, entonces ellas lo
invitaban a pasar el resto de la velada juntos, entre la música y el vino.
El joven gobernador, algo
intimidado por el carácter arrollador de las jóvenes, logró responder de forma
satisfactoria para ellas, después de hacer como que dudaba, para alargar ese
momento tan interesante, en el que se le juzgaba como si fuera un ignorante. El
final feliz llegó cuando él disfrutó de la buena compañía, en aquel jardín
atravesado por una acequia.
Las luz tenue de las velas, el
susurro del agua, las fragancias de las flores del jardín que se esparcían con
la brisa, los cuerpos sensuales de las jóvenes de piel suave, el delicado y
fresco sabor del vino, la suave y rítmica melodía de la música hizo que el
joven al-Mu´tamid se perdiera entre la sensibilidad de los sentidos y dando
gracias a Dios por tanta belleza, amor y alegría.
NOTA:
- Nuba:
suite o sesión musical oriental clásica, hoy en día en cinco movimientos
- Qasida:
poemas clásicos de verso largo y una sola rima.
- Zyriab:
vivió entre los siglos VIII y IX, en Bagdad era discípulo de uno de los más
grandes virtuosos de la música. Un día el califa Harun ar-Rashid se fijó en su
laúd, en su forma de tocar y cantar, lo cual le causó una muy grata impresión,
tanto que su despertó los celos de su maestro, quien temeroso de ser eclipsado,
lo instó a abandonar la ciudad. Zyriab (el Mirlo Negro) inició su andadura que
lo llevó primero a Ifriquiya y luego a la corte emiral de Córdoba. Bajo dos emires,
al-Hakam I y abd ar-Rahman II después, Zyriab fundó la escuela musical
andalusí, consolidó el sistema oriental musical, innovó tanto en los
instrumentos, como en el canto y el baile.
- Ibn
Bayya: nacido en Zaragoza en el siglo XI, murió en Fez en 1138. Fue uno de los
más grandes sabios andalusíes, dominaba casi todas las facetas de las ciencias,
como las matemáticas, la filosofía, astronomía, ciencias naturales, era músico,
poeta y excelente laudista. Estudió la metafísica. A lo largo de su vida
escribió varios tratados basados en la música, como los efectos terapéuticos de
la música sobre el alma humana. A él le debemos la creación de la perfecta
fusión (maziy) entre los cantos cristianos y los orientales. Se le considera el
padre de la música andalusí.
- Texto contenido en el cd de Hichem Berderbal y
Eduardo Paniagua
- Música
andalusí en el Magreb de Mahmud Guettat, Sevilla 1999
- Pasado
y presente de la música andalusí de Manuela Cortés, Sevilla 1996
- Pneuma
PN 1420 “al-Mu´tamid de Sevilla” qasida “fluyeron mis lágrimas. Música andalusí
de Constantina, Argelia. Salim Ferghani.
Salim Fergani, en el patio de las muñecas del palacio del rey don Pedro I en el recinto del Alcázar de Sevilla, visita a Sevilla año 2002 |
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