LA MEZQUITA DE TINMEL
Lugar donde se fraguó el imperio Almohade
Por Elisa Simon
Salimos de Marraquech bajo una
lluvia torrencial hacia el sur, después de casi cien kilómetros, subimos las
montañas del Atlas, por caminos de tierra, curvas, estrecheces, barrancos,
precipicios, rocas, ríos, valles y mucha lluvia … llegamos a Tinmel. Debimos
caminar un trecho hasta que vislumbramos un edificio que parecía una fortaleza,
en una zona inhóspita.
Estábamos situados delante de la mezquita de Tinmel. La
lluvia cesó. Un amable guarda nos saludó con amplia sonrisa y nos invitó a
entrar por una puerta más bien pequeña junto al alminar.
Nada más entrar, me sorprendió
una hermosa mezquita sin techumbre, con sus naves, columnas de ladrillo, arcos
lobulados, un precioso mihrab, bajo un cielo que parecía querer abrirse. El silencio imperante quería relatar su
historia.
Como suelo hacer cada vez que
visito un monumento histórico, intento trasladarme a su tiempo, cuando bullía
de gente y esplendor. Con mi cámara a cuesta me retiré un poco de mis amigos y
comencé a deambular entre las columnas de la mezquita.
Mis pies estaban pisando el lugar
donde se inició el movimiento Almohade. ¡Me parecía increíble! Pensaba que su
fundador Muhammad Ibn Tumart, después de estudiar en al-Andalus y en Oriente,
regresó a su tierra para difundir su doctrina, la de los unitarios de Dios,
al-muwahhidun. Por aquel entonces imperaban aún los almorávides cuyo poder y
fuerza eran incuestionables.
Me imaginaba cómo este hombre
comenzó a difundir su doctrina entre las tribus bereberes de la zona y cómo en
poco tiempo logró formar todo un ejército de hombres dispuestos a defender la
unicidad de Dios y por el puritanismo religioso.
Recordé por encima el contexto
histórico que llevó a Ibn Tumart hasta Tinmel. Estando en Marraquech, hacia el
1123, Ibn Tumart temió por su vida
debido a sus públicas y duras críticas contra los Almorávides. Decidió entonces
refugiarse en Tinmel, un lugar aislado y de difícil acceso, en el alto valle
del Nfis rodeado por las montañas del alto Atlas. Ibn Tumart se acomodó en
Tinmel y comenzó a enseñar y difundir su doctrina entre las tribus beréberes de
Hargha, Hintata, Gadmiwa, Ganfissa. Estas tribus se solían reunir en los
alrededores de Tinmel para firmar acuerdos y prestar juramentos.
Miré a mi alrededor, pero no
encontré ningún vestigio visible de la ciudad de Ibn Tumart, quien se ocupó de
construir murallas y torres vigía, de las cuales la más famosa sería Bury
Tidaf, por el gran tambor usado para dar la alarma. Contaba también con un
puente levadizo de madera que protegía el acceso a Tinmel. En su interior la
pequeña ciudadela contaba con algunas viviendas, baños, aljibes, una pequeña mezquita
y la casa de Ibn Tumart.
El movimiento almohade se fue
fortaleciendo en la zona e Ibn Tumart se convirtió en Mahdi, es decir, el guía
espiritual de los recién adoctrinados almohades. En el año 1130 falleció Ibn
Tumart y fue enterrado junto a la mezquita. La disciplina, la rigidez y la
buena elección de sus hombres de confianza hicieron que la labor del mahdi
diera sus frutos. Dejó como sucesor a su mano derecha, Abd al-Mu´min, quien
comenzó desde las entrañas del alto Atlas las campañas militares para derrocar
a los Almorávides. Parecía una idea disparatada, ¿Cómo unos cuantos hombres de las
montañas iban a ser capaces de acabar con todo un imperio que dominaba gran
parte del Magreb y al-Andalus?
Abd al-Mu´min, primer dirigente almohade, llevó a cabo el
embellecimiento de Tinmel y en
1153 mandó construir una nueva mezquita sobre la de Ibn Tumart. Reforzó las
murallas y construyó una red de fortalezas situadas en las colinas de los
alrededores, por lo que la plaza se hizo inexpugnable. Intramuros había viviendas, mercados,
edificios públicos, baños, una ceca donde se acuñaban dirham de plata
cuadrados, una madrasa, una carcel y el mausoleo del Mahdi, que pronto se
convirtió en lugar de peregrinación.
La mezquita construida por abd
al-Mu´min es casi contemporánea a la Kutubiyya y ha servido de arquetipo para
la mayoría de las mezquitas marroquíes. Por su estructura, planta, proporciones
moduladas y elementos de su decoración, es una obra maestra de primer orden.
Nuestro amigo Mario José Mañas,
arquitecto, nos explicó acerca de la simetría sobre el plano.
-- ¡Es perfecta! – dijo con entusiasmo
Nos situamos al pie de la nave
central y nuestro amigo nos explicó, que la construcción y la decoración de la
mezquita seguía un plano de simetría en armonía perfecta. El edificio es casi
un cuadrado, 48 x 43,60. El patio o sahn y la sala de oración o haram se
organizan en nueve naves longitudinales y perpendiculares a la qibla (muro
orientado a la Meca). La nave central y la de la qibla son más anchas formando
un diseño en “T”. Es un cálculo matemático. Estábamos delante de un esquema
geométrico compuesto por un triángulo equilátero y un cuadrado. Todo ello se
realizó con la única intención de fijar la atención en el mihrab. El grupo de
amigos nos quedamos boquiabiertos y comenzamos a fijarnos en algunos detalles
de la decoración.
Los almohades habían introducido
algunas novedades, que luego se tomaría como modelo para las mezquitas en el
Magreb. Ellos introdujeron en el occidente islámico, los arcos lobulados y el
empleo de pilares. La ornamentación austera en un principio, se vuelve más
intensa a medida que nos acercamos a la zona del mihrab. De esta manera, los
arcos de herradura muy elevados, se convierten en arcos con muqarnas,
ornamentación floral, como palmeras y el empleo de la geometría. Todo ello
realizado en estuco.
Las tres cúpulas (dos extremas en las naves laterales
junto a la qibla y la cúpula de la maxura) están finamente labradas en forma de
estalactitas (muqarnas) para dar su lugar de importancia al mihrab.
En cuanto al material de
construcción, los almohades emplearon el ladrillo y un mortero a base de
tierra, guijo y cal.
Esta mezquita y esta ciudad se
convirtió en lugar de peregrinación a lo largo de todo el período de dominio
almohade. Abd al-Mumin fue enterrado junto al fundador Ibn Tumart. Una vez que
los almohades fueron vencidos por los meriníes, éstos destruyeron Tinmel y
profanaron las tumbas de los califas almohades.
Con el paso del tiempo tanto la
ciudad como la mezquita se fueron deteriorando, hasta que a principios del
siglo XX investigadores comenzaron a preocuparse por el estado ruinoso del
edificio. En 1920 bajo la dirección de H.
Basset y H. Terrasse, luego otra en 1981 con un equipo germano-marroquí
y finalmente hacia 1992 gracias a los mecenas marroquíes, se hizo una labor de
restauración y puesta en valor del monumento. La última restauración se llevó a
cabo en el año 1997.
Cuando visiten Marraquech la próxima vez, busquen la
manera de llegar hasta Tinmel. Es una excursión de un día y bien que vale la
pena, por la naturaleza del paisaje, el entorno con sus pueblos de adobe
enclavados en las montañas y luego llegar a Tinmel. Es toda una experiencia.
COMENTARIOS DE LOS VIAJEROS Y CRONISTAS
Nufadhat el Jirab:
“Dejamos este lugar tras haber visitado la mezquita de su Imam, el Mahdi, su
casa, los vestigios de su madraza y de su cárcel… ¡ Cuán grande fue nuestro
asombro ante esta casa de apariencia insignificante… y que, no obstante, tuvo
en su poder las llaves de tantos gloriosos palacios! En cuanto al austero
mimbar de esta mezquita, tuvo las riendas de púlpitos labrados con marfil y con
las mejores especies de madera de sándalo y ébano…como un pastor conduciendo un
dócil rebaño con su cara, el mimbar de Tinmel sometió a las gentes de Córdoba,
Sevilla y Granada, de Ifriqiyya y del Magreb.
Al-Idrissi: “Esta
ciudadela se llama Tanmallalt. Era el cuartel general del Masmudi Muhammad ibn
Tumart, en la época en que apareció en el Magreb, la fortificó y la eligió para
que fuera el almacén de sus tesoros e incluso el lugar de su sepultura… Hoy
día, su tumba está considerada por los masmudas como un lugar santo, siendo
para ellos objeto de peregrinaje. A principios del siglo XII es difícil de
creer que en el siglo XII se iba a fraguar un enorme imperio en una aldea
encaramada en el fondo de un alto valle del Atlas. Al-Idrissi lo califica de
“sendero semejante a una escala….”
Ibn al Jatib en
el siglo XIV…. Ni siquiera en sueños un fantasma tomaría este camino….”
León el Africano,
hacia 1515: “ Tenmelle es un monte altísimo y muy frío, poblado por doquier. En
su cumbre hay una ciudad del mismo nombre, asimismo muy habitada y adornada por
un hermoso templo – mezquita- …. Ahí están enterrados el santón el mahdi y su
discípulo abd al-Mumin. La gente es maligna y cree ser muy sabia por haberse
hecho a las doctrinas de tal hereje. Sus habitantes son gente valiente, rica y
dueña de muchos caballos… viven en el monte muchos artesanos judíos… existen en
ciertos lugares vetas de un mármol blanquísimo… vense en ciertos parajes muchas
columnas, capiteles labrados y grandes y hermosas pilas de fuentes que fueron
mandadas hacer en tiempos de los poderosos señores los almohades… vi muchas
maravillas…
BIBLIOGRAFIA:
- Itinerario Cultural de
Almorávides y Almohades. Fundación El legado andalusí, 2003