martes, 26 de mayo de 2015

EL PALACIO DE COMARES - LA ALHAMBRA

Palacio de Comares de la Alhambra




Por Elisa Simon

El reino nazarí alcanzó su máximo esplendor en el siglo XIV bajo dos emires, Yusuf I y su hijo Muhammad V. El primero fue proclamado emir en 1333 siendo su gobierno fructífero y próspero, caracterizado por los tratados de paz tanto con Castilla como con los Meriníes. La corte de Yusuf I estaba compuesta por poetas y sabios, como el gran Ibn al-Jatib.



Yusuf I se ocupó de embellecer la ciudad y el recinto de la Alhambra. Mandó construir nuevas torres y puertas así como el palacio de Comares. Lamentablemente este proyecto constructivo se vio truncado por su asesinato, en 1354 cuando salía de la mezquita aljama de la ciudad de la Alhambra. Le sucedió su hijo Muhammad V quien se preocupó de concluir las obras emprendidas por su padre, entre ellas el palacio de Comares en la Alhambra.



El palacio está articulado en torno a un patio central de forma rectangular con alberca alargada y galerías porticadas en los lados menores que daban acceso a las salas principales. Parece ser que se inspiraron para ello en qasr as-Segir o alcázar Menor de Murcia, del siglo XIII.  

Este palacio está precedido por el Mexuar, que era el área administrativa del emirato nazarí. En esta sala se reunía el consejo de ministros. En el siglo XVI sufrió algunas transformaciones cuando fue convertido en capilla.


Junto al Mexuar se encuentra el oratorio privado del emir, que si bien fue reconstruido en el siglo XX, conserva el encanto del arte nazarí. Este espacio íntimo para el encuentro con Dios, tiene una hermosa vista hacia la naturaleza y el barrio del Albaicín.

Nuestro recorrido nos lleva hasta un patio, donde nos impresiona la fachada del palacio de Comares. Delante de esta fachada y subiendo tres escalones se situaba la silla desde donde el emir recibía a sus súbditos e impartía justicia. Imagino el asombro e impresión de aquellos que llegaban hasta el emir y se situaban delante de esta fachada.



Los arquitectos y artesanos se emplearon a fondo para dejar plasmada en esta fachada la grandeza y el poder de Muhammad V. El zócalo decorado con cerámica vidriada, le sigue un paño de yeso compuesto por varias partes adornado con motivos vegetales y epigrafía, que relata la victoria de Algeciras en 1369, plaza que fue reconquistada para el reino nazarí. Otro elemento que se repite es el escudo nazarí o la galiba nazarí. El diseño geométrico de esta fachada, se basó en la simetría axial y la división aurea de un segmento en dos partes.



















Si esta fachada es ya de por sí fascinante, cuando avanzamos en la visita y entramos en el patio de arrayanes, se despiertan los sentidos y afloran las emociones.
El patio de Comares o de arrayanes es el centro del palacio, entorno al cual se abren las estancias de la residencia del emir. Se trata de una maravilla arquitectónica y decorativa del arte nazarí. La alberca estrecha y alargada de escasa profundidad es la protagonista de este espacio. En sus dos lados más estrechos hay dos fuentes gallonadas que alimentan la alberca. El agua, equivalencia de riqueza y abundancia y la alberca integrada en la arquitectura, convierten a este patio en un espacio lleno de magia. El juego de luces y sombras, el reflejo de las estructuras en el agua, el aroma del arrayán, planta con “baraka”, todo ello unido a la belleza de las galerías porticadas con hermosos arcos y esbeltas columnas, llenan de emoción al visitante.




En uno de estos lados menores del patio, se alza la torre de Comares en cuyo interior se sitúa el salón del trono o de Embajadores. Se trata de una estancia tipo qubba, donde el emir tenía el trono. Esta sala tiene un doble significado del poder: el terrenal y el sobrenatural o metafísico.

Los muros de esta sala están decorados con paños de yeso que parecen tapices, con formas geométricas y ataurique. La epigrafía está compuesta de suras coránicas, textos áulicos como “la eternidad es atributo de Dios”, “Sólo a Dios pertenecen la grandeza, la gloria, la eternidad, el imperio y el poder”. Poemas del gran ibn al-Jatib se encuentran en las taqas de la entrada al salón. Los zócalos de cerámica vidriada con motivos geométricos repetitivos aluden a la unicidad de Dios.



Sin embargo, lo más sobresaliente es la cúpula, realizada en madera. Se trata de un armazón de madera ensamblando en tres planos diferentes con distinta inclinación. El diseño geométrico combina estrellas de 8 y 16 puntas. En el centro de la techumbre hay un cupulín de mocárabes con base octogonal, en cuyo eje se encuentra una estrella blanca.



A nivel metafísico este techo es una representación de la Escatología del Islam, que son los siete cielos a los que el alma del creyente deberá ir, según la vida que llevó, pudiendo ascender hasta alcanzar el Paraíso, el trono de Dios, representado en el cupulín central de mocárabes. Cada cielo aparece figurado horizontalmente mediante las estrellas que se van superponiendo hasta el centro, de donde emana la luz divina y donde injerta sus raíces el árbol del Paraíso, simbolizado en los vértices del techo.




BIBLIOGRAFÍA:

- parte del contenido del curso online “La Alhambra, historia, arte y patrimonio” organizado por la Universidad de la Alhambra y el Patronato de la Alhambra y Generalife

- web del Patronato de la Alhambra y Generalife – conoce la Alhambra

- Historia de España. Menéndez Pidal VIII – 4 el reino nazarí de Granada

- Arquitectura Islámica en Andalucía. Ed. Taschen – Marianne Barrucand y Achim Bednorz   




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