Palacio de Comares de la Alhambra
Por Elisa Simon
El reino nazarí alcanzó su máximo
esplendor en el siglo XIV bajo dos emires, Yusuf I y su hijo Muhammad V. El primero
fue proclamado emir en 1333 siendo su gobierno fructífero y próspero, caracterizado
por los tratados de paz tanto con Castilla como con los Meriníes. La corte de
Yusuf I estaba compuesta por poetas y sabios, como el gran Ibn al-Jatib.
Yusuf I se ocupó de embellecer la
ciudad y el recinto de la Alhambra. Mandó construir nuevas torres y puertas así
como el palacio de Comares. Lamentablemente este proyecto constructivo se vio
truncado por su asesinato, en 1354 cuando salía de la mezquita aljama de la ciudad
de la Alhambra. Le sucedió su hijo Muhammad V quien se preocupó de concluir las
obras emprendidas por su padre, entre ellas el palacio de Comares en la
Alhambra.
El palacio está articulado en
torno a un patio central de forma rectangular con alberca alargada y galerías
porticadas en los lados menores que daban acceso a las salas principales.
Parece ser que se inspiraron para ello en qasr as-Segir o alcázar Menor de
Murcia, del siglo XIII.
Este palacio está precedido por
el Mexuar, que era el área administrativa del emirato nazarí. En esta sala se
reunía el consejo de ministros. En el siglo XVI sufrió algunas transformaciones
cuando fue convertido en capilla.
Junto al Mexuar se encuentra el
oratorio privado del emir, que si bien fue reconstruido en el siglo XX,
conserva el encanto del arte nazarí. Este espacio íntimo para el encuentro con
Dios, tiene una hermosa vista hacia la naturaleza y el barrio del Albaicín.
Nuestro recorrido nos lleva hasta
un patio, donde nos impresiona la fachada del palacio de Comares. Delante de
esta fachada y subiendo tres escalones se situaba la silla desde donde el emir
recibía a sus súbditos e impartía justicia. Imagino el asombro e impresión de
aquellos que llegaban hasta el emir y se situaban delante de esta fachada.
Los arquitectos y artesanos se
emplearon a fondo para dejar plasmada en esta fachada la grandeza y el poder de
Muhammad V. El zócalo decorado con cerámica vidriada, le sigue un paño de yeso
compuesto por varias partes adornado con motivos vegetales y epigrafía, que
relata la victoria de Algeciras en 1369, plaza que fue reconquistada para el
reino nazarí. Otro elemento que se repite es el escudo nazarí o la galiba nazarí.
El diseño geométrico de esta fachada, se basó en la simetría axial y la
división aurea de un segmento en dos partes.
Si esta fachada es ya de por sí
fascinante, cuando avanzamos en la visita y entramos en el patio de arrayanes,
se despiertan los sentidos y afloran las emociones.
El patio de Comares o de
arrayanes es el centro del palacio, entorno al cual se abren las estancias de
la residencia del emir. Se trata de una maravilla arquitectónica y decorativa
del arte nazarí. La alberca estrecha y alargada de escasa profundidad es la
protagonista de este espacio. En sus dos lados más estrechos hay dos fuentes
gallonadas que alimentan la alberca. El agua, equivalencia de riqueza y
abundancia y la alberca integrada en la arquitectura, convierten a este patio en
un espacio lleno de magia. El juego de luces y sombras, el reflejo de las
estructuras en el agua, el aroma del arrayán, planta con “baraka”, todo ello
unido a la belleza de las galerías porticadas con hermosos arcos y esbeltas
columnas, llenan de emoción al visitante.
En uno de estos lados menores del
patio, se alza la torre de Comares en cuyo interior se sitúa el salón del trono
o de Embajadores. Se trata de una estancia tipo qubba, donde el emir tenía el
trono. Esta sala tiene un doble significado del poder: el terrenal y el
sobrenatural o metafísico.
Los muros de esta sala están
decorados con paños de yeso que parecen tapices, con formas geométricas y
ataurique. La epigrafía está compuesta de suras coránicas, textos áulicos como
“la eternidad es atributo de Dios”, “Sólo a Dios pertenecen la grandeza, la
gloria, la eternidad, el imperio y el poder”. Poemas del gran ibn al-Jatib se
encuentran en las taqas de la entrada al salón. Los zócalos de cerámica
vidriada con motivos geométricos repetitivos aluden a la unicidad de Dios.
Sin embargo, lo más sobresaliente
es la cúpula, realizada en madera. Se trata de un armazón de madera ensamblando
en tres planos diferentes con distinta inclinación. El diseño geométrico
combina estrellas de 8 y 16 puntas. En el centro de la techumbre hay un cupulín
de mocárabes con base octogonal, en cuyo eje se encuentra una estrella blanca.
A nivel metafísico este techo es
una representación de la Escatología del Islam, que son los siete cielos a los
que el alma del creyente deberá ir, según la vida que llevó, pudiendo ascender
hasta alcanzar el Paraíso, el trono de Dios, representado en el cupulín central
de mocárabes. Cada cielo aparece figurado horizontalmente mediante las
estrellas que se van superponiendo hasta el centro, de donde emana la luz
divina y donde injerta sus raíces el árbol del Paraíso, simbolizado en los
vértices del techo.
BIBLIOGRAFÍA:
- parte del contenido del curso
online “La Alhambra, historia, arte y patrimonio” organizado por la Universidad
de la Alhambra y el Patronato de la Alhambra y Generalife
- web del Patronato de la
Alhambra y Generalife – conoce la Alhambra
- Historia de España. Menéndez
Pidal VIII – 4 el reino nazarí de Granada
- Arquitectura Islámica en
Andalucía. Ed. Taschen – Marianne Barrucand y Achim Bednorz
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