Salomón
Ibn Gabirol – “caballero de la palabra y maestro de la poesía”
Por Elisa Simon
Queridos amigos, en esta ocasión les quiero presentar a un
personaje andalusí algo olvidado por la historia. Ibn Gabirol o Avicebron, su
nombre latinizado. Fue un gran poeta y filósofo sefardí nacido en Málaga en el
siglo hacia el 1021. Sus obras poéticas sí alcanzaron gran difusión entre los
asistentes a las sinagogas, mientras que sus tratados filosóficos, no tanto.
Sin embargo, formaron parte de los estudios fundamentales en los monasterios
cristianos del Medievo.
Su familia procedía de Córdoba, de donde tuvieron que
emigrar, cuando el califato cordobés se estaba desmoronando. La vida de Ibn
Gabirol no fue fácil. Siendo niño, perdió a sus padres y parece ser que lo separaron
de sus hermanos.
“…Doliente, sin
madre ni padre,
Pequeño, solo y
necesitado,
Separado de mis
hermanos, sin más
Compañero que mis
pensamientos…”
De repente se encontró solo en el mundo, sufriendo una
situación económica precaria y sobre todo arrastrando una enfermedad crónica,
que pudiera haber sido tuberculosis de la piel o forunculosis crónica.
“… Sin embargo,
aprisionan mis piernas unas llagas,
Que consumen y
castigan mi cuerpo;
Cuando creo que se
curan, reverdecen,
Pues sube de mi
carne un vapor que las riega.
…
Su veneno es como
de víbora y serpiente marina,
Parece que las
hace arder el Fuerte vengador…”
De aspecto frágil y poco agraciado, unido a su tendencia al
aislamiento y carácter colérico, convirtieron su vida en un camino lleno de infelicidad
e incomprensión. La melancolía fue compañera de viaje, al igual que su carácter
retraído. Moshé Ibn Ezra lo describió así: “su alma irascible dominó su
inteligencia”. Ibn Gabirol poseía una mente fuera de lo común, lo cual le
llevó en más de una ocasión a sentirse insatisfecho con el mundo que le
rodeaba.
La necesidad de una estabilidad económica lo llevó a
deambular por al-Andalus en busca de un mecenas. Lo encontró en la capital de
la Marca Media, Zaragoza. Durante la estancia de Ibn Gabirol la taifa vivió
tiempos convulsos, ya que el poder pasó de la dinastía tuyibí al mando de al-Mundir II a la dinastía de los Banu Hud
bajo Sulayman al-Musta´in. En aquella complicada corte, se encontraba Yequti´el
Ibn Hassan, un noble dignatario de la corte, que gozaba de gran reputación,
tomó a jovencísimo Ibn Gabirol bajo su protección. Nuestro poeta pudo estudiar
y formarse en las ciencias y las letras, destacando como un brillante
estudiante con un nivel intelectual por encima de la media.
Comenzó a escribir poesía a los dieciséis años, en esos
versos se reflejan ya su carácter, que con el paso del tiempo sólo se fue
acentuando.
“Yo soy la poesía
y la poesía es mi esclava.
Para poetas y
músicos soy un arpa
Mis poemas son
como coronas de reyes
Tiaras en las
cabezas de los magnates
Aquí me veis,
tengo dieciséis años
Más mi mente
comprende como un octogenario … “
Con veinte años había compuesto ya innumerables poemas en
muchos de los cuales vuelca su infelicidad, cólera, fragilidad, debido a la
enfermedad que sufría. Todo ello lo llevó a una intensa e inútil búsqueda de la
sabiduría y de la espiritualidad.
“Yo soy ese hombre
que ciñó su cinto
Y no cejará hasta
cumplir su voto;
Su corazón por su
corazón se angustia
Y su alma desdeña
morar en su carne;
Escogió la
sabiduría desde su juventud,
Aunque el crisol
del Destino le probará siete veces,
Derribando cuanto
construyó, arrancando
Lo plantado y
derruyendo su cerca;
Habría alcanzado,
de no arreciar la desgracia,
Cerrándole el paso
la fuerza del Destino,
Los más altos
grados de sabiduría y ciencia
E indagado la base
de los tesoros de la mente… “
Durante su estancia en Zaragoza se ganó a pulso el rechazo
de parte de la comunidad sefardí, que no lo entendían y no aceptaban su visión
del Universo y del hombre, la cual se enfrentaba a la doctrina religiosa. A
estas circunstancias habría que sumar la envidia o celos de algunos. Ibn
Gabirol, lo que buscaba era poder alcanzar la sabiduría, deseaba alcanzar el
máximo estado de sabiduría y espiritualidad. Nadie lo entendía… Su vida sufrió
otro duro golpe, cuando su mecenas Yequti´el fue asesinado.
“Mira el sol
rojizo de la tarde
Como si se hubiera
vestido de escarlata
Despoja de color
el norte y el sur
Y reviste de
púrpura el occidente
Y la tierra la
deja desnuda
Acobardada en la
sombra de la noche
Los cielos se
oscurecen, vestidos de negro,
De luto por
Yequti´el “
A partir de aquel episodio la vida en Zaragoza se convirtió
en un infierno, por el desamparo en el que se encontraba y los desaires que
recibía de parte de su propia gente.
“Enterrado estoy,
pero en mi desierto,
En mi misma casa
está mi ataúd …”
Se sentía rodeado de nobles y poderosos pero incultos y
miserables. Ellos no entendían las palabras de Ibn Gabirol. Le decían:
“Habla la lengua del pueblo para que te escuchemos. Este
lenguaje tuyo es extranjero”
Durante ese tiempo escribió una pequeña obra de ética en
árabe. Kitab islah al-ajlaq “Libro de la corrección de los caracteres”.
En él, nuestro filósofo plasmó los principios de la ética al margen de la religión.
Las virtudes y los vicios se muestran a través de los sentidos y los humores.
Ej: el sentido más noble es el de la vista; al que atribuye las cualidades de
modestia y altivez, pudor e impudor.
Finalmente, impotente y triste, decidió abandonar Zaragoza
hacia el año 1045.
“Mi garganta de
gritar ha enronquecido,
Mi lengua se ha
pegado al paladar;
Mi corazón está
turbado
Por mi enorme
dolor y por mi pena;
Ha credo mi
tristeza y se ha negado
A dar reposo a mis
ojos …
¿Cómo puedes
pensar que yo estoy vivo,
Si conoces mi
angustia?
¿Te parece poco
encontrarme entre gentes
Cuya izquierda a
mi diestra equiparan?
Estoy sepultado,
no en el cementerio,
Mi ataúd se
encuentra en mi propia casa;
Doliente, sin
madre ni padre,
Pequeño, solo y
necesitado,
Separado de mis
hermanos, sin más
Compañero que mis
pensamientos…
Vivo cual los
avestruces,
Entre locos y
perversos,
Siendo mi mente
como la del Sabio;
Uno te da a beber
veneno de serpientes,
Otro te abre la
cabeza y te atormenta…
Se alegraría mi
alma con mi muerte,
Si encontrara a la
Roca, mi refugio.
Siento hastío de
mi vida, aborrezco
El que sea mi
cuerpo mi morada,
El día de mí
júbilo es quebranto … “
Puso rumbo a la taifa de Granada donde el visir y poeta
Samuel Ibn Nagrella, gozaba de la mayor confianza del rey zirí, Badis. Ibn
Nagrella lo acogió con generosidad, ya que conocía su gran valía. Nuestro poeta
se ocupó de la educación del hijo de Ibn Nagrella, Joseph. Durante su estancia
en Granada vivió una etapa de tranquilidad y equilibro emocional. Por fin,
había encontrado un amigo en Joseph, su vida social mejoró.
“Ven, amigo mío,
compañero de las luminarias
Ven conmigo y
pernoctemos entre las alheñas;
Ya ves que ha
pasado el invierno y
Se oye en nuestra
tierra el alboroto
De golondrinas y
tórtolas … “
Su relación con el visir, Samuel Ibn Nagrella, tuvo sus
altibajos, debido al fuerte carácter de ambos, pero siempre se guardaron
respeto y cierto cariño. Uno de sus desencuentros había sido a raíz de la
crítica a un poema de Ibn Nagrella, que Ibn Gabirol lo calificó de frío…
Hacia 1056 murió Samuel, las circunstancias para nuestro
poeta cambiaron y una vez más la soledad regresó a su vida. Lamentablemente se
pierde el rastro de Ibn Gabirol, aunque una vez más la poca información nos
llegó de poetas posteriores. Según Moshé
ibn Ezra, Salomón ibn Gabirol vivió sus últimos años en Valencia, donde murió
hacia el 1058 sin haber alcanzado los 40 años.
Ibn Gabirol, compuso su obra poética en hebreo, dominaba a
la perfección la temática poética, el lenguaje refinado, las imágenes, sus
ansias de saber.Entre sus obras de
carácter profano volcó sus sentimientos más profundos:
“Muy grande es mi
dolor, incurable mi herida,
Mi fuerza me
abandona y mi vigor está debilitado,
Sin escape ni
huida está mi alma,
Ni hay lugar en el
que yo tenga calma.
Tres cosas se
juntaron con mí, extenuando
Mi carne corporal
y mi penado espíritu:
Grande culpa,
mucho sufrimiento y soledad
¿ y quién podría
resistir a los tres?
¿Acaso soy yo el
mar o el marino dragón?
¡Oh Dios mio!
¿son de hierro mis
huesos o de bronce?
En mí, al que
acosan en todo tiempo las desgracias,
Como si en heredad
se me entregaran,
¿sólo en mí vas a
buscar la falta, como si
En otros hombres
no pudieras buscarlas?
Mira, pues, la
fatiga de tu siervo y su miseria
De quien el alma
es cual ave apresada
Y seré para ti
siervo perpetuo y
Jamás pediré
liberación”
Ibn Gabirol se adaptó muy bien a la temática profana árabe
escrita en hebreo, inspirándose en la belleza, el amor, el vino, la naturaleza,
por ejemplo este poema:
“Ese tallo que ha
levantado mi corazón con sus flores,
Brote de mirto que
plantó el amor en sus anhelos,
Se yergue cual
pedestal de marfil para todos hermoso,
Amado, con la
cintura estrecha cual un enamorado;
Entenderás el
misterio del amor al ver los corazones,
Ya que al
ofrecerle tu corazón, te alcanza él sus ojos.
Lloraban los
amantes por mí, más ya no lloran,
Pues con zureo de
paloma gimo yo ante sus palomos.
Sus mejillas son
cual manzanas doradas labradas
De plata, como
palabras que se dicen a su tiempo.
Siente vergüenza
la luna al ver el brillo
De su tez, se
postra el sol sobre su rostro.
Sus pechos son
como granadas de oro con adornos
Dorados, ¡ojalá
pudiera yo chupar esas granadas! “
Entre sus composiciones litúrgicas, sus obras gozaron de
gran prestigio. Según Antonio Antelo Iglesias “para el judaísmo medieval y
moderno, Ibn Gabirol fue un himnógrafo de la liturgia sinagogal”
Destaca Azharot, sobre los preceptos de la Torah o el Keter
Malkut o Corona real, una composición donde realizó una reflexión sobre la
grandeza de Dios y sus atributos, a continuación hizo una descripción de cada
uno de los elementos de la creación y del papel que ocupan el alma y cuerpo del
hombre en el universo, le sigue otra reflexión sobre el hombre, ante la
conciencia de su concupiscencia y de su propia pequeñez.
“Tú vives, más no desde un tiempo fijado, ni desde un
momento conocido.
Tú vives, más no con espíritu ni alma, pues Tú eres alma
para el alma.
Tú vives, pero no como la vida del hombre, a la vanidad
comparable, que termina en polilla y gusano.
Tú vives, y el que alcance tu misterio hallará placer
eterno, “comerá y beberá eternamente”.
Tú eres luz excelsa, te divisan los ojos de las almas
puras, más las nubes de los pecados te ocultan de sus ojos.
Tú eres luz latente en este mundo y desvelada en el mundo
visible “en el monte del Señor se verá”.
Tú eres luz eterna, los ojos de la mente por ti
languidecen y se asombran, más “solo su parte extrema verán, no le contemplarán
entero”.
Los tratados de filosofía los redactó en árabe, el más
importante se conoce bajo el nombre latino de FONS VITAE, el original en árabe
se perdió. Se tienen referencias, citas y fragmentos, gracias a autores
posteriores. Se conservó, sin embargo, el texto traducido al latín, en el siglo
XII por Dominicus Gundisalvus y Johannes Hispanus. Teólogos y filósofos
peninsulares y europeos estudiaron a fondo “Fons Vitae”. Existe también una
traducción parcial en hebreo realizada en el siglo XIII.
Se trata de una obra metafísica, donde expone su visión neoplatónica
del Universo, sin recurrir a la Biblia. Esta escrita en forma de dialogo entre
un maestro y su alumno. Ibn Gabirol centra su filosofía de Fons Vitae en la
universalidad de la materia: todo cuanto existe, se compone de materia y forma,
incluso el alma. Sin embargo, materia no equivale a cuerpo, sino que cabe
interpretarla como “potencia” opuesta a “acto”. Para nuestro filósofo la
Voluntad es la causa primera del ser y del movimiento, a partir de la cual se
suceden la materia y la forma universales, el intelecto universal, el alma
universal. (texto del libro de Antonio Antelo Iglesias, ver bibliografía) Creo
que será más sencillo leer directamente a nuestro filósofo, para conocer un
poco más este tratado.
Extracto de Fons Vitae: “el conocimiento de la esencia
primera. La materia y la forma universales:
“Maestro.- Preguna lo que quieras, que estoy dispuesto a
complacerte.
Discípulo.- ¿Qué es, pues, lo que el hombre debe buscar en
esta vida?
Maestro.- Puesto que la parte inteligente del hombre es de
todas las suyas la mejor, lo que más le importa buscar es la ciencia; lo que de
la ciencia es más necesario saber, es que se sepa a sí mismo; para que por esto
sepa en verdad las otras cosas que están fuera de él, porque su esencia es
comprenderlo y penetrarlo todo, y todas las cosas están sujetas a su potestad;
con esto debe buscar también la ciencia de la causa final para la que ha sido
creado, para que se aplique mucho a ella, pues que por esto se consigue la
felicidad.
Discípulo.- La esencia del hombre tiene causa final. ¿Por
qué?
Maestro.- ¿Cómo no, cuando todas las cosas están sujetas a
la voluntad del solo grande? …
Sigue más adelante ”…porque la voluntad es la virtud divina
que todo lo crea y todo lo mueve; luego es imposible que sin ella se haga nada
…” prosigue en otro párrafo “…el movimiento, por el que todas las cosas están
engendradas, está sujeto a la voluntad; preciso es, por tanto, que el
movimiento de aquéllas dependa del movimiento de ésta, y su reposo, de su
reposo.” El discípulo sigue preguntando y el maestro le responde: “Se sigue que
la quietud y el movimiento en la generación del hombre, tenga por causa la
voluntad que obliga” “…la causa final de
la generación del hombre es la aproximación de su alma al mundo más elevado,
para que cada cual retroné a lo que le es semejante.” “Llegamos a ello por la ciencia y por la obra,
porque por la ciencia y por la obra se une el alma a la vida más elevada, pues
que la ciencia conduce a la obra y la obra separa del alma los enemigos que la
dañan y la repone en su naturaleza y en su substancia; y en general, la ciencia
y la obra emancipan al alma de la cautividad de la naturaleza y la libertan de
sus tinieblas y obscuridad, y de este modo el alma recobra su vida más elevada…”
En otra parte de este tratado el maestro le dice a su
alumno:
“Maestro: No debes creer que el conocimiento de la materia y
de la forma puede bastarte totalmente; no te apresures: esfuérzate por entender
la esencia de cada una de ellas, la materia universal y la forma universal,
despojadas una de otra …Cuando hayas hecho esto, tu alma se hará más sutil, tu
inteligencia se iluminará y penetrará hasta el mundo de la inteligencia y
entenderás la universalidad de la materia y de la forma; y la materia con todas
las formas que están en ella serán para ti como un libro abierto y te hará
pensar por la inteligencia de sus dibujos, percibirás con tu entendimiento sus
figuras, y esperarás poder alcanzar su conocimiento, que es el que sigue a éste
…
Discípulo: ¿Qué fruto obtendremos con este trabajo?
Maestro: La liberación de la muerte y la unión a la fuente
de la vida.”
Como ven, son temas muy profundos y para mí difíciles de
plasmar de forma sencilla en este artículo. Los invito a leer de forma completa
este primer extracto de Fons Vitae, en el libro Judíos Españoles de la Edad de
Oro del autor Antonio Antelo Iglesias. Pág. 93 – 103.
BIBLIOGRAFIA:
-
Judíos españoles de la Edad
de Oro (siglos XI – XII), Antonio Antelo Iglesias – Fundación Amigos de
Sefarad, Madrid 1991
-
Poetas hebreos de
al-Andalus (siglos X – XII) Antología – Ángel Sáenz-Badillos y Judit Targarona
Borrás. Ediciones El Almendro, Córdoba
-
Literatura hebrea en la
España Medieval. Ángel Sáenz-Badillos – Fundación Amigos de Sefarad, Madrid
1991
- http://es.geocities.com/judios_sefarad/gabirol10.htm