YACIMIENTO ARQUEOLÓGICO "HUERTA RUFINO" EN CEUTA
Por
Elisa Simon
El I Encuentro Blogger "al-Andalus
en la red" se celebró en Ceuta, del 13 al 15 de pasado mes de Abril.
La mayoría de nuestras actividades tuvieron lugar en la Biblioteca Pública "Adolfo Suarez" inaugurada en otoño
2013. Es un edificio moderno de diez plantas, muy luminoso, multifuncional y
acogedor, con instalaciones para diversos actos culturales y donde trabaja un
equipo de profesionales de primer orden, sobre todo a nivel humano. En su interior
se emplaza el yacimiento arqueológico
"Huerta Rufino", compuesto por un conjunto de viviendas del siglo
XIV, las cuales quedaron integradas en la
biblioteca, fusionando presente y pasado en perfecta armonía.
Biblioteca Pública "Adolfo Suárez" en Ceuta |
interior de la biblioteca, con el yacimiento de Huerta Rufino |
Una de las actividades de nuestro Encuentro blogger, fue una
visita guiada de este yacimiento. Para ello nadie mejor, que el arqueólogo
municipal de Ceuta, Fernando Villada
Paredes. Un hombre encantador, máximo conocedor de todos los entresijos
históricos de Ceuta. Con su grave y potente inició el recorrido mostrándonos
una maqueta de las casas de Huerta Rufino.
Fernando Villada, arqueólogo municipal del Ceuta |
La historia de las familias que las
habitaron se inicia, cuando el valle del bajo Guadalquivir y la ciudad de Sevilla
fue conquistada por Fernando III de Castilla en 1248.
Muchos habitantes de esta zona del valle del bajo Guadalquivir se refugiaron
en áreas como el Aljarafe sevillano, unos marcharon por tierra y otros zarparon desde el
puerto fluvial en las galeras dispuestas por orden del rey para facilitar
la evacuación de la ciudad.
Por aquel entonces, una de las
ciudades más grandes e importantes del Estrecho era Ceuta y hasta allí llegaron
muchas familias llenas de incertidumbre y tristeza, cargando con su pasado.
Los inicios no
fueron fáciles. Habían dejado atrás su patria, sus pertenencias, sus
vecinos y sus vivencias. Ceuta si bien era una ciudad desarrollada y
hospitalaria, no disponía de la infraestructura para abastecer a los nuevos
habitantes. El aumento de población y sus necesidades provocaron no pocos
inconvenientes. Algunos decidieron probar suerte en otro destino, mientras que
muchos sevillanos permanecieron, algunos alojados en casas de ceutíes. El
tiempo fue pasando, la ciudad se expandió, en este caso hacia el sur, para
crear nuevos espacios habitacionales.
Al pie de una ladera, algo
empinada, se levantó de nueva planta, un pequeño barrio o conjunto de viviendas
hacia mitad del siglo XIV. Para ello el terreno tuvo que ser preparado en
terrazas con la intención de poder construir y encajar en dichos desniveles las
casas, las cuales se organizaban en torno a dos calles rectas.
yacimiento Huerta Rufino. Una de las calles con las casas |
Aquellas familias andalusíes, ya
integradas en la ciudad y habiendo conseguido alcanzar un nivel económico y
social bastante alto, entraron a vivir en estas hermosas casas de tipo
mediterráneo, construida en piedra o ladrillo, rectangulares y de una sola planta.
Las dos calles antes
mencionadas, que articulaban el barrio tenían la particularidad, que disponían
de puertas que se cerraban por la noche, preservando así la intimidad. Se dice que había un sereno, que las abría y cerrada a petición
de los vecinos.
viviendas del yacimiento Huerta Rufino, construidas en terrazas. vemos los patios y las salas |
Las familias no debían ser muy
numerosas, ya que las dimensiones de sus viviendas varían desde los
50m2 hasta los 100m2, se accedía a ellas a través de un zaguán
salvaguardando así la intimidad necesaria.
Las mujeres y niños pasaban gran
parte del día en el patio, que era el centro de la vida doméstica y de la
vivienda. Sobre suelo de ladrillo o losas cuadradas jugaban los niños, mientras
las madres se ocupaban de sus quehaceres. Estas personas tenían un toque de
sofisticación. Les gustaba decorar los umbrales de las puertas de las estancias
con una cenefa de azulejos.
Las habitaciones, que se
desplegaban desde el patio, solían tener varias funciones en las casas más
pequeñas. Una misma sala se usaba para comer,
dormir o realizar labores. Mientras que las casas más grandes, disponían
de una estancia alargada, con sendas alcobas en los extremos, donde se recibía
a las visitas.
Todas ellas contaban con una
cocina, su espacio para fogones y alacenas.
Las viviendas tenían letrinas y
agua corriente, que se suministraba a través de un aljibe situado en el patio,
que captaba el agua fluvial y la almacenaba. Con esa misma intención los
tejados se construyeron inclinados hacia el patio.
Estas familias sabían distinguir
los objetos de calidad, eran exigentes a la hora de hacerse con un ajuar. No
escatimaban en gastos. Las mesas se llenaban de diversos tipos de enseres
cerámicos como lebrillos, ataifores, platos, jarras, vasos de la más alta
calidad, incluso importados de Málaga, como la loza dorada o del reino meriní
con cerámica en azul cobalto.
Más de una fiesta se debió de animar con el
sonido melódico de la flauta de hueso de ala de buitre.
Los amigos e invitados quedarían
asombrados por la decoración de los zócalos pintados de muchas de estas casas.
No era lo habitual en las viviendas ceutíes del siglo XIV, si bien estas
viviendas no eran palacios, sí que se asemejaban a ellos por este tipo de
decoración en sus muros.
Contrataron artistas,
que debieron trabajar in situ realizando el trazado y pintura de los zócalos.
Para ello debieron realizar un
tratamiento sobre la pared a base de mortero de cal, para luego enlucirlo con
estuco en finas capas antes de trazar el diseño a base de dibujos geométricos
partiendo de estrellas de cinco y ocho puntas, repetidos a lo largo del zócalo, con ayuda de
cartabones y escuadras realizados con precisión. Luego debieron preparar el
color rojizo, conseguido a base de óxido de hierro natural, llamado almagra.
Estas
hermosas y lujosas viviendas estuvieron habitadas hasta 1415, cuando se produjo
la conquista portuguesa de la ciudad de Ceuta. Los descendientes de aquellos andalusíes, repitieron la historia. Recogieron los enseres que pudieron y dejaron sus viviendas
atrás. Desde entonces nadie más volvió a habitarlas, cayendo en el olvido. Sobre
sus ruinas se hicieron huertas, como la de Rufino y así fue hasta, que en el siglo XX,
los arqueólogos descubrieron la historia de estas familias. Con respeto y mimo
ellos fueron poco a poco recomponiendo los trozos de sus vidas ….
BIBLIOGRAFÍA:
-
Biblioteca Pública de Ceuta. “Retazos de la Ceuta del siglo XIV” El
yacimiento arqueológico de Huerta Rufino, por Fernando Villada Paredes
AGRADECIMIENTO:
Desde
este blog quiero agradecer la generosidad de Fernando Villada y Carmen Navío,
por transmitir sus conocimientos. Gracias por recuperar
la historia de estas familias y gracias por el cariño y amistad que hemos recibido, durante nuestro Encuentro.
Fernando Villada Paredes, arqueólogo municipal de Ceuta |