Eli Hossana o al-Yussana
Historia de Lucena sefardí
Por Elisa Simon
Lucena
es una localidad de la provincia de Córdoba, situada entre las suaves colinas
de la sierra Subbética y bañada por la cuenca del Genil. Lucena se muestra
blanca entre los campos de viñas, olivos y trigo. Su importancia en la historia
viene determinada por su situación geográfica, en un cruce de caminos y el
centro neurálgico de Andalucía.
El
geógrafo ceutí al-Idrissi la describió así cuando la visitó en 1154 “ … entre el sur y el oeste de Cabra está
Lucena, la ciudad de los judíos. El arrabal esta habitado por musulmanes y por
algunos judios; en él se encuentra la mezquita aljama pero no está rodeado de
murallas. La villa, por el contrario, está ceñida de buenas murallas, rodeada
por todas partes por un foso profundo y por canales cuyos excedentes de agua
vierten en este foso. Los judíos viven en el interior de la villa y no dejan
penetrar en ella a los musulmanes. Son allí los judíos más ricos que en algún
país sometido a la dominación musulmana y están muy sobre aviso de las empresas
de sus rivales. De Lucena a Córdoba se cuentan 20 millas”.
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maqueta de Lucena en el siglo XII |
Se
menciona al-Yussana por primera vez, hacia el siglo IX, en la crónica de Ajbar
Maymu´a, donde hace referencia a una casa o palacio junto a la puerta del puente
de Córdoba o puerta de Algeciras. Sería ésta la vivienda de un gobernante
visigodo de nombre Yussuis, quizá el origen del nombre de la ciudad.
Ajbar
Maymu´a escribió:
“ era una casa magnífica con abundante agua, olivos y otros
árboles frutales y se llamaba al-Yussana …”
Según
se deduce de las crónicas, en el momento de la llegada del Islam a la
Península, Lucena estaría habitada por algunos judíos, los cuales brindaron su
ayuda y su apoyo a los nuevos gobernantes. Como “gente del Libro” los judíos de
la Península quedarían sometidos al pago de los impuestos llamados yizya y
jaray. Los sefardíes de al-Yussana, la llamaban Eli Hossana, que significa
“Dios nos salve”. En lo referente a la historia de al-Andalus, Lucena cobra
singular relevancia por haber sido la ciudad de los judíos que albergaba la
Academia Talmúdica de Occidente.
A
lo largo del emirato perteneció a la cora de Cabra y la medina de al-Yussana
estaba rodeada por una muralla que
resistió los ataques de ´Umar ibn Hasfún. Ibn Hayyan menciona:
“
… los castillos de la cora de Cabra y
al-Yussana, cuyos habitantes eran judíos sometidos a clientela o pacto …”
Ibn
Idari menciona Lucena en este contexto también, que hacia 891 la rebelión de
´Umar ibn Hafsun se había extendido y que él atacaba los castillos de la Cora
de Cabra y la ciudad de al-Yussana, ciudad habitada por judíos dimmies.
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calle principal de la antigua Juderia |
Bajo
la bandera del Islam, los sefardíes de Lucena fueron cobrando importancia, se
dedicaban a la agricultura, sobre todo el cultivo del vino y el olivo, además de
la artesanía. En la vida diaria, los lucentinos seguían la Tradición o Ley Oral
así como la Ley Escrita. En muchas ocasiones les sobrevenían dudas y preguntas,
que eran respondidas por los sabios y los rabinos de las Academias Talmúdicas
de Babilonia.
Según
documentación hallada en la Genizah del Cairo, los lucentinos mantuvieron
constante correspondencia con las escuelas talmúdicas de Oriente. Natronai bar
Hilai, gaon de Sura, redactó hacia mediados del siglo IX unas epístolas
dirigidas a los lucentinos, en contestación a varias preguntas de tema
religioso, morales y de comportamiento con los vecinos.
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calle Santiago |
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calle Zamora |
La academia de Sura fue con la que más
comunicación mantuvieron. Eleazar
ibn Samuel Hurga, lucentino, no se contentó con epístolas, sino que viajó hasta
Sura donde recibió clases magistrales de los mejores rabinos y sabios, se
licenció, recibió el título de resh Kallah, título otorgado a los
no-babilónicos y sería algo así como el diploma de jefe de estudio e integraba
junto con otros miembros la junta de Gobierno de la academia talmúdica.
En el siglo X, bajo los califas omeya,
Abd ar-Rahman III y al Hakam II, los sefardíes de al-Andalus vieron florecer su
cultura y Lucena en particular se desarrolló de manera espectacular. La figura
de Hasday ibn Shaprut, nasí de la comunidad y hombre de confianza de ambos
califas, ayudó y apoyó de todas las maneras a los sefardíes.
La
ciudad de Eliossana comenzó a brillar con luz propia, gobernada por un dayyan o
juez, el rey Abd ´Allah en sus
Memorias lo llama alamin, sus
habitantes vivieron tranquilos, aunque también se produjeron momentos y
circunstancias muy tensas y con grandes desacuerdos. Los lucentinos se dedicaban tanto a la ciencia y la
sabiduría como al comercio. Eran propietarios de campos de cultivo, sobre todo
de olivares. Se ocupaban de los negocios de importación y exportación de
artículos de los países mediterráneos. La situación geográfica de Lucena, a
medio camino entre la capital del califato y los puertos de Pechina y Málaga,
propició dicho comercio. Los mismos dirigentes omeya delegaban en los sefardíes
las actividades comerciales, así como la recaudación de los impuestos para las
arcas del Estado andalusí. Otros preferían emplear sus conocimientos en las
letras y en las ciencias, formando parte del aparato administrativo del
califato, como secretarios, traductores, pero también como médicos y
astrónomos. Algunos sefardíes fueron artistas artesanos de la orfebrería, los textiles, sobre todo la seda
y los trabajos en mimbre.
Este
desarrollo económico e intelectual, a lo largo del siglo X, llamó a un gran
número de judíos de los países mediterráneos, que acudieron a Lucena en busca
de progreso y bienestar.
Mientras
al-Andalus vivía su época de esplendor, las Escuelas Talmúdicas de Oriente
habían entrado en decadencia por falta de financiación. La grave situación
provocó el cierre de estas Academias. Sus gaonim o directores decidieron
embarcar en un navío para proseguir sus enseñanzas en Occidente. Estos hechos
son narrados por Abraham ibn Daud de Toledo en su Sefer ha-Qabbalah (Libro de
la Tradición) Se trata de la historia de los cuatro rabinos apresados por el
corsario ibn Rumahis, quien los
vendió como esclavos en distintas ciudades, uno de estos rabinos se
llamaba Moshe ben Hannoch y llegó como esclavo a la ciudad de Córdoba. Sus
correligionarios lo compraron y le dieron de inmediato la libertad. Ben
Hannoch, se quedó en Córdoba, se integró en la comunidad sefardí sin dar a
conocer su identidad. Asistía a
diario a la sinagoga para escuchar las enseñanzas del Talmud. En una de las
sesiones de preguntas, ben Hannoch intervino para completar una explicación y
todos quedaron atónitos por la forma de expresarse y la manera de explicar. En
ese momento se descubrió su identidad y fue enseguida nombrado gran rabino de
Córdoba. La presencia de ben Hannoch propició el florecimiento de la enseñanza
Talmúdica en al-Andalus. Un gran número de judíos de toda la zona mediterránea
acudieron a la capital del califato para estudiar.
A
la caída del califato, Lucena pasó a formar parte del reino ziri de Granada y
la Academia de Lucena comenzó a brillar con luz propia, bajo la protección de
Samuel ibn Nagrella, visir y hombre de confianza de Habus y Badis (señores de
Granada) que lo nombraron nasí o
príncipe de la comunidad en la taifa de Granada. Ibn Nagrella, que era poeta y
erudito, mantuvo muy buenas relaciones con todos los rabinos y sabios de su
tiempo. Los más grandes poetas, filólogos, filósofos, médicos fueron discípulos
de algunos de los maestros de Lucena. Los tres rabinos más importantes de los
siglos XI y XII fueron: Isaac ibn Gayyat,
Isaac al-Fezí y Josef ibn Megash, los cuales abarcan el período de los
reinos de taifas y la dominación almorávide, ya que Yusuf ibn Tashfin y el
za´im o jefe de Lucena sellaron un pacto en 1103, quedando al-Yussana integrada
en el imperio almorávide.
Ibn Gayyat, nacido en Lucena, fue un
gran sabio en temas de la legislación judía. Su obra literaria giró en torno a
la vida espiritual, sus escritos en prosa y poesía están relacionados con la
vida en la sinagoga. Fue muy amigo de Samuel ibn Nagrella y su familia.
Isaac
al-Fezí, (1013-1103) fue uno de los más famosos maestros talmudistas y el más
importante de los cinco rabinos de igual nombre que menciona Abraham ibn Daud
en su Sefer ha-Qabbalah. Nacido en Qal´at Hammad, estudió en Qairuan y vivió
muchos años en Fez, de ahí su apelativo de al-fesi. En el 1088 se trasladó a al-Andalus y se estableció en
Lucena, donde se convirtió en el más grande director de la academia y allí
murió a los 90 años.
Yosef ibn Megash, fue su discípulo y
sucesor en el cargo de director al frente de la escuela. Nació en Sevilla y con
solo 12 años su maestro le recomendó a su familia que lo llevaran a Lucena ya
que mostraba grandes aptitudes para el estudio. Allí se desarrolló como erudito
hasta convertirse en rabino y finalmente la mayor autoridad talmudista de su
generación. Ocupó el puesto de director durante casi 40 años y tuvo entre sus
muchos discípulos al padre de Maimónides.
Entre los discípulos que estudiaron en
la Academia de Lucena, bajo estos tres rabinos, se encuentra Isaac ibn
al-Baliah (1035-1094) que terminó estableciéndose en la taifa de Sevilla y fue
nombrado astrólogo del rey al-Mu´tamid. Alumno sobresaliente fue Moshé ibn ´Ezra,
uno de los mejores poetas del siglo XI, el lucentino Isaac ibn Mar Sha´ul, fue un estudioso del Talmud e introdujo
novedades en la poesía sefardí. Coincidieron estos alumnos con la estancia
temporal en Lucena de Yehudáh ha-Leví. Yoseph ibn Saddiq (1075-1149) nacido en
Córdoba y educado en Lucena, fue poeta y filósofo. Más tarde se trasladó a
Córdoba donde ocupó el puesto de dayyan de la comunidad entre los años 1138 y
1149. Su obra más importante se llama “microcosmos” compuesto de cuatro libros.
Otros grandes eruditos que estudiaron en Lucena fueron Yonah ibn Yanah de
Córdoba, fue un filólogo que se trasladó a Zaragoza y fue maestro de ibn
Gabirol, Moshe ibn Chiquitilla, lingüista que se estableció en Zaragoza y que
fue muy amigo de Samuel ibn Nagrella.
La
historia de Lucena sefardí y la academia acabó bruscamente en 1145 cuando
llegaron los almohades a la Península y obligaron a los no musulmanes a la
conversión o expulsión. La escuela talmúdica debió cerrar sus puertas, los
rabinos y sabios se dispersaron por distintos puntos de la geografía. El último
gaon de Lucena Meir ben Yusuf ibn Megash terminó sus días en Narbona, después
de pasar un tiempo en Toledo. Los demás eruditos marcharon hacia Cataluña,
Toledo, Portugal y Francia. En Eliossana las sinagogas se convirtieron en
mezquitas, hasta la conquista cristiana.
En la actualidad, el Museo arqueológico de Lucena, situado en el castillo del Moral, alberga en su sala 6 piezas de su pasado sefardí.
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lápida funeraria de rabí Amicos |
Así mismo en el 2007, durante unos trabajos en la carretera de la Ronda Sur, se halló una necrópolis judía, la más grande hasta ahora de la Península. Aquí tienen un video sobre los reenterramientos en el año 2011.
BIBLIOGRAFIA:
- Lucena
sefardita de Joaquín Pérez Azaústre – ciudades andaluzas en la historia,
Fundación Jose Manuel Lara 2005
-
Literatura
hebrea en la España medieval de Ángel Sáenz-Badillos, Fundación Amigos de
Sefarad, Madrid 1991
- Judíos
españoles de la Edad de Oro (siglos XI-XII) de Antonio Antelo Iglesias,
Fundación Amigos de Sefarad, Madrid 1991
-
Siglo
XI en primera persona, memorias del rey abd ´Allah, último rey taifa de Granada
– E.Levi-Provençal y Emilio García Gómez – Alianza Tres
-
Sefer
ha-Qabbalah – Libro de la Tradición de Abraham ibn Daud, traducido del hebreo
por Jaime Bages Tarrida, Granada 1922